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Juanma Mallo
Lunes, 9 de mayo 2016, 11:34
Todavía le estoy dando vueltas. Es cierto que el Athletic firmó un partido regular sería un suficiente si nos atenemos a las antiguas calificaciones de la extinta EGB en el Estadio de Gran Canaria contra la UD Las Palmas, que fue un duelo un tanto ... anodino y aburrido. Que la conclusión que se ha sacado después de la igualada contra el conjunto de Quique Setién en la despedida de Juan Carlos Valerón es que el quinto puesto se ha desvanecido, que se ha evaporado hay que confiar, primero, en el cuadro de Valverde, luego en el Atlético y, sino, en el Liverpool y el Barcelona (rivales del Sevilla en sus finales), que está complicado regatear las previas de la Europa League. Sin embargo, yo sigo pensando en la diana anulada a Eneko Bóveda en la segunda mitad. Quizá no hubiera servido para ganar, es verdad, pero era un gol legal que hubiera provocado que el Athletic se hubiera adelantado y, quién sabe, mantenido la ventaja con el Celta en la lucha por el quinto puesto. Y poco se ha hablado de esa circunstancia, de ese tanto que no subió al marcador.
Y se produce esa decisión del colegiado después de que el cuadro vigués clamara, la semana anterior, por el arbitraje sufrido en San Mamés. Se quejaron los gallegos del penalti señalado sobre Aduriz, también de la expulsión de Cabral, poco antes de que se terminara la primera parte en La Catedral. «¿Lo de hoy ha sido una broma? Si no quieren que estemos quintos o en Europa solo tenían que avisar que nos ahorrábamos el vuelo y hotel», escribió Iago Aspas en Twitter, poco después del duelo en Bilbao. Eso sí, una semana más tarde, en un gesto extraño en el fútbol actual, digno de alabanza, Eduardo Berizzo salió a la sala de prensa y rectificó las críticas contra el colegiado. Vino a decir que acertó en la pena máxima sobre el artillero rojiblanco, y que Cabral se dejó llevar por su volcánico temperamento. Ahora, por ese error en Canarias, el Celta tiene en su mano lograr el quinto puesto: si gana a un Atlético que nada se juega en el Vicente Calderón, conseguirá el objetivo de acceder de forma directa a la fase de grupo de la Europa League.
También lo podría hacer el Athletic incluso si queda sexto. Entonces, se tiene que dar una circunstancia. El Sevilla, su rival en el cierre de la Liga (sábado 19.30 horas), no debe ganar ni la segunda competición continental (sería el tercer título consecutivo) ante el Liverpool, ni tampoco superar al Barcelona en la final de la Copa del Rey. De todos modos, ¡qué pena esa diana que no subió al marcador de un Bóveda que se está aclimatando a la posición de central! ¡Qué rabia! No solo porque el cuadro vizcaíno hubiera certificado esa meta que se había marcado Ernesto Valverde el viernes, en su rueda de prensa previa: depender de sí mismo en la última página del calendario 2015-16. También debido a que la despedida de Carlos Gurpegui, el gran capitán, hubiera concentrado toda la atención en ese último duelo de la temporada.
Él se lo merece. Por eso se debe aplaudir la conversación de Txingurri con el navarro con el objetivo de reservarle para el duelo del sábado, su despedida: tiene cuatro amarillas y una nueva amonestación le hubiera impedido vestirse de corto. Tiene que decir a adiós desde el césped, como Iraola, y agradecer desde el verde todo el cariño que le ha dado su gente, su afición. No obstante, la pelea por el quinto puesto, a mi modo de ver, eclipsará, durante la semana, una pizca el adiós de un histórico para el Athletic. Y, de nuevo, pienso en esa diana anulada a Bóveda.
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