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Juanma Mallo
Martes, 23 de febrero 2016, 00:28
El derbi ha dejado una desagradable sensación en el paladar de los aficionados del Athletic. Después de la victoria en Marsella -con ese misil de Aduriz-, y la buena imagen mostrada en el Santiago Bernabéu frente al Madrid, la hinchada vizcaína confiaba en que sus ... hombres derribaran a una Real que llegaba al alza. Pues bien, en un desquiciante duelo por parte de los rojiblancos, el cuadro de Eusebio disfrutó de la pegada, de la capacidad para atinar delante de la portería de Iraizoz, y endosar una derrota a los bilbaínos que observan como algunos equipos pisan fuertes por detrás, y Europa se pone cara: los txuriurdines, por ejemplo, y también el Valencia, resucitado, revivido, rival el domingo en Mestalla (16 horas). Más allá de la discutida actuación arbitral, de las continuas pérdidas de tiempo visitantes, de la falta de pericia de los hombres de Ernesto Valverde para romper la coraza montada por los donostiarras, la sensación que me quedó fue la ausencia de un revulsivo en este equipo, que no existe en la plantilla un futbolista capaz de revolucionar un partido como el del domingo, espeso, sin luz, sumido en la oscuridad. Aunque, también es cierto, el técnico -él es el que más sabe acerca de la situación de su plantilla- tampoco ayuda con algunas sustituciones.
En la primera temporada de Txingurri en Bilbao, aquella que terminó con la cuarta plaza, se disfrutó de la presencia de Ibai Gómez -a priori, reaparecerá en marzo-, un hombre con la capacidad para salir del banquillo y acertar. Este curso, también sucedió algo similar con Ander Iturraspe en Alemania, en Augsburgo. Saltó al césped, y permitió a los vizcaínos voltear un marcador adverso, que comprometía una pizca el pase a la siguiente ronda de la Europa League. Sin embargo, salvo pinceladas puntuales (más bien escasas, por desgracia), el Athletic padece cuando el encuentro se encalla.
Y es que si se mira la actual plantilla, y el estado de forma de algunos futbolistas, se llega a la conclusión de que no existe un profesional de este tipo. Quizá podía ser Viguera, pero juega a cuenta gotas, de manera esporádica, y así es imposible. Sabin Merino, sin convocar ante la Real, carece de esa chispa para menear el partido, para pegar un golpe encima de la mesa y poner patas arriba el encuentro. ¿Realmente no podía cooperar en este conjunto Kike Sola? El domingo, por ejemplo, la opción podía haber sido Iñigo Lekue, que estuvo calentando gran parte del encuentro. Joven, con descarado, con velocidad, hombre de banda para un cuadro que contaba con futbolistas al remate como San José, Aduriz, Raúl García, Laporte... Sin embargo, el técnico activó otras opciones. Y el Athletic se quedó sin tres puntos fundamentales.
Por cierto, hablando de remates, y de alturas. Los saques de esquina. En los últimos tiempos, el cuadro vizcaíno apuesta por el saque en corto, esos córners que, en la mayoría de las ocasiones, carecen de peligro, parecen disparos de fogueo. Y, ante la Real, quizá era la fórmula para sorprender a los donostiarras, con esas torres en el campo. Pero se apostó, en más de una ocasión, por esa opción, y el partido se esfumó.
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