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iñigo crespo
Jueves, 4 de febrero 2016, 00:46
Cerca de 33.000 espectadores se congregaron el pasado mes de junio para presenciar un encuentro de Segunda B. San Mamés registró una entrada digna de los estadios más punteros de Primera el día que el Bilbao Athletic se jugaba medio billete a Segunda ante ... el Cádiz. Esa cifra, envidiable para casi las hinchadas del fútbol de plata y bronce, hacía tangible y cuantificable el compromiso absoluto de la afición y la provincia de Bizkaia con el filial rojiblanco, el reflejo más fiel de la vigencia de la esencia del Athletic. Aquella estampa, que se remonta a sólo siete meses atrás, parece extraída de un pasado remoto, después de que una serie de desaciertos e infortunios hayan sumido al filial en una profunda depresión sin aparente remedio.
El Bilbao Athletic se encuentra ahora hundido en la última plaza de la clasificación, a diez puntos de los puestos que marcan la salvación. Las gradas de San Mamés, además, ofrecen un ambiente casi desangelado, que contrasta con la fiesta total que se desató cuando los rojiblancos estaban a sólo un paso de consumar el ascenso. El infortunio, la falta de pegada y experiencia y las repetidas derrotas sufridas en los últimos minutos han desvanecido la esperanza de conseguir la gesta de la permanencia, cuando todavía restan 19 partidos por disputarse. Es decir, casi la segunda vuelta completa.
A comienzos del pasado mes de enero, de hecho, Ziganda veía ya «muy difícil» conservar la categoría al final de temporada. Desde entonces el filial ha encajado tres derrotas consecutivas, que han acentuado su dramática situación clasificatoria. El técnico navarro no ha perdido en ningún momento su disposición de continuar en el Bilbao Athletic, incluso si se consumara un eventual descenso a Segunda B, y ha actuado de escudo con sus futbolistas cada vez que se veían señalados, algo que va en la línea que proclama el Athletic para su filial: priorizar la formación y el aprendizaje a los resultados.
Ziganda, sin embargo, no ocultó su disconformidad con la cesión de tres jugadores que consideraba estratégicos y determinantes en su esquema. Las salidas en forma de préstamo de Guillermo, Bustinza y Ruiz de Galarreta al Leganés crearon un cisma entre José María Amorrotu, de nuevo responsable de Lezama desde el pasado verano, y el propio entrenador. El técnico consideraba que esos tres jugadores, con experiencia en el primer equipo, podían jugar un papel muy relevante en el Bilbao Athletic, sobre todo a la hora de ejercer como guías con los jóvenes canteranos. Ziganda, además, era contrario a reforzar un conjunto como el Leganés, que a priori partía con la salvación como meta prioritaria.
Guillermo fue presentado en Butarque como «un delantero de Champions», Ruiz de Galarreta contaba con una amplia experiencia en la categoría de plata por su paso por el Zaragoza y el Mirandés, además de tener una mentalidad muy reforzada por las repetidas lesiones que ha sufrido. En el caso de Bustinza, Ziganda le tiene en gran estima por su combatividad y por elevar el grado de intensidad del equipo para evitar relajaciones puntuales, determinantes en una categoría como Segunda.
Ziganda no entendió aquellos movimientos, a los que él no habría dado el visto bueno en ningún caso, y fruto de la reorganización casi integral que encabezó Amorrortu en su regreso a las tareas de máximo responsable de la cantera rojiblanca. El técnico de Deusto pasó dos años en el ostracismo, hasta que Aitor Larrazabal abandonó la factoría del Athletic y Urrutia no consiguió un candidato a su medida para encabezar la fábrica vizcaína de talentos, a pesar de intentar incorporar a Ander Garitano. Amorrortu dio entonces un paso al frente y pidió plenos poderes al presidente para retomar las riendas de Lezama.
El Bilbao Athletic encaró con ilusión el reto mayúsculo de mantener la categoría con el estatus de ser el único filial en la división de plata, a pesar de tener que sobreponerse a las sensibles bajas de Iñaki Williams, Sabin Merino y Lekue, que contribuyeron al ascenso, a cambio de la calidad y la experiencia de Unai López, que había entrado en los planes de Valverde el curso anterior. La temporada comenzó incluso prometedora, ya que los rojiblancos cosecharon dos victorias en los cinco primeros encuentros, si bien es cierto que las dudas que mostraba el equipo lejos de San Mamés sembraban cierta preocupación.
El refuerzo de Aketxe
El filial sólo ha logrado otra victoria desde entonces, y acumula ahora una racha de cinco derrotas consecutivas. De hecho, los de Ziganda han sumado 3 de los últimos 33 puntos. El margen era ya escaso cuando finalizó el año 2015, y el Bilbao Athletic ha agradecido el refuerzo de Ager Aketxe, que, aunque ha sonado algo improvisado, ha aportado, calidad y verticalidad en los últimos encuentros. El mediapunta, de hecho, fue el autor del único tanto que han celebrado los rojiblancos desde el pasado 21 de diciembre, ante el Girona el 23 de enero en San Mamés. Es cierto que logró convertir un penalti en el último enfrentamiento, ante el Elche en La Catedral, pero el árbitro mandó repetir el lanzamiento y lo falló. Era ya la cuarta pena máxima que los rojiblancos fallaban este año, en el que no han convertido ninguno.
Ese partido, que se saldó con triunfo del conjunto ilicitano (0-1), resume en cierta medida la temporada del Bilbao Athletic. Los rojiblancos merecieron un premio mucho mayor, carecieron de fortuna (como tantas otras veces) y añoraron el oficio, quizás por la inexperiencia de los futbolistas en Segunda. En definitiva, lo que comenzó como una aventura histórica y rebosante de vitalidad, se ha convertido en un episodio cruel e injusto para los canteranos a pesar de su energía, implicación y compromiso.
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