La afición blaugrana en el Camp Nou.
Opinión

La ola del Camp Nou

¿Dónde han dejando el 'seny' los 'hermanos azulgranas'? A la vista del trato dispensado al Athletic, ¿será verdad que, mientras el resto del país se modernizaba, ellos han vuelto bajo el paleto campanario tribal?

Miguel gonzález san martín

Martes, 19 de enero 2016, 15:39

Hubo un tiempo en el que los poetas de Barcelona, que eran señoritos ilustrados de la 'gauche divine', viajaban por el mundo, estaban a la pàge en las más variadas formas de modernidad, hacían vida bohemia y noctámbula, ligaban bastante y desayunaban ginebra antes de ... volver a casa, tomaban un poco el pelo a los de Madrid, funcionarios en los ministerios. Les llamaban «poetas de café con leche». Barcelona era una ciudad de la Europa meridional mientras Madrid seguía siendo un poblachón manchego. En aquellos tiempos mediocres, gazmoños y grises, el sol salía por Barcelona. Me vino a la memoria aquella modernidad viendo la ola hortera con que los 'hermanos azulgranas' celebraron una victoria sin partido y sin gloria. ¿Dónde dejaron el seny? ¿Será verdad que mientras el resto del país se modernizaba, ellos han vuelto bajo el paleto campanario tribal? Ya fue una jugada propia de vivales cazurros el modo inelegante en que se llevaron la última final de Copa al Camp Nou.

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Me vino también a la cabeza un segundo modelo de inelegancia, el ínclito José Mourinho, quien señaló a Mateu Lahoz como el mejor árbitro de la Liga porque «deja jugar». Y Mateu se lo creyó un poco, hay gente influenciable, como cuando a Largo Caballero le llamaron el Lenin español y empezó a hacerse el revolucionario cuando menos convenía. Mateu deja jugar, pero a unos más que a otros, aunque no sería justo echarle toda la culpa al árbitro de cargarse el partido del domingo. Es legítimo interpretar lo que interpretó, si bien convendría revisar una norma que castiga doblemente, de un modo casi definitivo al infractor, pero también es verdad que un árbitro que presume de «dejar jugar», no se carga un partido en el minuto cuatro, cuando bien pudo interpretar que el regate de Suárez se le iba algo largo hacia un lateral, y por tanto sancionar con amarilla y no roja a Gorka Iraizoz. Todas las leyes son interpretables, pero los árbitros son alérgicos a pasarse la semana en los mentideros si se equivocan en contra de los equipos mediáticos, y saben que no pasa nada en caso contrario. Yo no creo en conspiraciones, pero sí en que a los equipos que juegan ante rivales cuajados de estrellas se les aplica instintivamente la ley de manera sumarísima.

El modelo de elegancia verdadera ha sido, una vez más, Ernesto Valverde, en varias ocasiones durante la semana. La primera porque se ha sabido que su primera opción es renovar con el Athletic, renunciando así a cualquier ventaja negociadora cuando suena como candidato a otros banquillos relevantes. La segunda por presentarse en el Camp Nou con la mejor alineación que tenía, después del desgaste de Villarreal y cuando el partido para echarle un pulso al Barça debe ser, para empezar, el de San Mamés en la Copa. Eso es elegante y deportivo, competir lo mejor que se pueda, pensando en uno mismo pero también en el resto de equipos de la competición, lo más 'astuto' pero algo mezquino habría sido llevar un equipo de suplentes y reservar fuerzas para el miércoles (les confieso que a mi versión más forofa que aparece en el fragor de los partidos esto último le hubiera complacido, pero afortunadamente tengo tiempo después, mientras escribo, para pinchar el globo del atolondramiento, el tiempo que Pla dedicaba, mientras liaba un pitillo, a elegir los adjetivos). La tercera, por aceptar la derrota con su tono discreto habitual, sabiendo perder, lo que nunca es fácil y menos en esas circunstancias, reconociendo que el Athletic no estuvo bien, comprendiendo que empezar el partido con uno menos y un gol en contra debió hacerse eterno a sus jugadores, debieron de pensar que les iba a tocar seguir así de cuesta arriba los tres partidos seguidos. La cuarta por asegurar que el equipo va a levantarse y se lo pondrá difícil en la Copa al Barcelona, dicho sin pataleo, revanchismo, amenaza ni jactancia, hablando en su habitual tono mesurado, educadamente pero con convicción, confiando en los suyos.

A mí también me parece que el estrépito de la derrota del Camp Nou, los arabescos de las figuras del Barcelona, la suficiencia en sus celebraciones y sonrisas (son jugadores con mucha clase, pero cada vez menos elegantes, más altaneros), la irrespetuosa ola y el gusto por humillar del público, en un partido con uno más, cuando en la Liga lo que valen son los puntos, no va a ser una losa de pesadumbre para el Athletic, va a ser el mejor de los estímulos.

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