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Igor Barcia
Miércoles, 2 de diciembre 2015, 01:09
Han querido las circunstancias que el probablemente mayor acontecimiento de la Real Balompédica en su historia se vea empañado por los problemas clasificatorios en la Liga. Después de cuatro temporadas para enmarcar -con un segundo puesto, un sexto y dos séptimos-, en la actual el ... conjunto blanquinegro (decimosexto, en zona de promoción) está pagando un inicio horrible de dos empates y seis derrotas que le mantiene amarrado a la zona peligrosa de la clasificación, aunque todos coinciden en que esta es la mejor plantilla desde el último ascenso. Aún así, está claro que jugadores y afición van a ser capaces de hacer un paréntesis para vivir un acontecimiento que será recordado durante años en el Campo de Gibraltar. La visita de mañana del Athletic lleva en la mente y en las conversaciones de La Línea desde que el sorteo emparejó a ambos clubes.
La Real Balompédica Linense afronta su quinta temporada consecutiva en la categoría de bronce desde que eliminó al Tudelano en aquel play-off de campeones de Tercera, y el club balono ha crecido en ambición. De hecho, la temporada siguiente eliminó al Amorebieta en las rondas de ascenso a Segunda, y sólo un más que polémico arbitraje frente al Tenerife les apartó del sueño de volver a una categoría que no pisan desde los años 50. En la época en que Segunda estaba dividida en dos grupos, la Balompédica militó seis temporadas, para después volver a caer a un agujero del que ha sido incapaz de salir, alternando grandes campañas y ascensos desde Tercera con descensos y problemas económicos que ahora, por fin, parecen cosa del pasado.
Con más de la mitad de la plantilla de la provincia (Cádiz) y una notable identificación con La Línea y el Campo de Gibraltar, no es de extrañar que se resalte aún más la importancia de jugar ante el Athletic esta eliminatoria de Copa que se ha convertido en el premio y en el acontecimiento futbolístico de una población golpeada por la crisis y el paro. La visita rojiblanca devuelve a los linenses al pasado, a la época en la que el Municipal acogía el torneo de verano donde pasaron los más grandes del fútbol internacional entre 1970 y 2004 (Liverpool, Spartak de Moscú, Nacional, Fluminense, Aston Villa, PSV, Flamengo, San Lorenzo, At. Mineiro, Steaua, Lyon, Lazio, Partizan, Anderlecht, Hajduk Split...). Solo que ahora el protagonista principal es el equipo de casa, la Balona, con lo que la fiesta está asegurada pese a que los males que asolan al Municipal obligan a tener cerrados unos fondos (están en ruina) que estrechan el aforo hasta los 9.000-10.000 espectadores.
Aunque la plantilla no quería la semana pasada distraerse del importante duelo frente al Sevilla B (cayeron por 0-3), la emoción e ilusión se palpaba antes del entrenamiento que presenció EL CORREO. «Desde el día del sorteo la gente nos para y nos pregunta sobre este partido», presumen los jugadores. Es un duelo especial, sobre todo para los futbolistas que más años llevan vistiendo la camiseta blanquinegra, como es el caso de Ismael Chico y Carlos Guerra, dos veteranos de La Línea que tienen su cuota de protagonismo para esta eliminatoria ante el Athletic. El primero, 13 temporadas en el club, será el encargado de realizar la ofrenda a Pichichi en San Mamés como capitán del equipo. El segundo, otro futbolista de la casa, ha protagonizado el cartel anunciador del encuentro.
El contraste en una plantilla tan linense la ponen sus tres extranjeros. Sí, pese a ser un club de Segunda B con un presupuesto muy ajustado, la Real Balompédica cuenta con tres futbolistas americanos e incluso uno de ellos internacional. Son Roberto Chen, panameño cedido por el Málaga; Mauri, brasileño procedente del Vitoria de Bahia, y Zamorano, argentino que el año pasado jugó en El Palo de Málaga. Los tres han venido a reforzar esta temporada la plantilla, pero como se puede ver en el trato con el resto de jugadores antes de iniciar el entrenamiento, ya forman parte de la familia balona. «Las personas son buenísimas, tienen mucha amistad los unos con los otros, son como una familia y hacen todo lo posible para que te sientas a gusto», resume el brasileño Mauri, protagonista de esa tarde al haber sido padre y recibir las felicitaciones de todos sus compañeros.
Mauri Franco Barbosa Da Silva, centrocampista sub23, llegó este verano a La Línea cedido por el Vitoria, donde apenas había tenido oportunidades la última temporada en la que su club militaba en la máxima categoría de Brasil. Las buenas relaciones de su agente con el club gaditano posibilitaron su llegada a una entidad donde podía ganarse los minutos de juego que necesitaba para recuperar su mejor versión. «No sabía a dónde venía, en Brasil se habla mucho de Primera, pero obviamente de esta categoría no. Así que lo que hice fue recopilar el máximo de información para saber a qué club llegaba, aunque en realidad lo que yo quería era volver a jugar», afirma Mauri, que después de unos meses en La Línea sonríe al asegurar que «estoy disfrutando de nuevo».
Lo cierto es que el brasileño se ha adaptado al esquema de Escobar y forma parte del grupo de fijos del técnico, aunque reconoce que hay algunas cosas que ha tenido que mejorar para rendir. «Me estoy encontrando bien, me costó un poco la adaptación porque el fútbol es mucho más rápido e intenso, pero cada vez creo que lo hago mejor», explica el sudamericano, a quien le llama mucho la atención el ambiente que se vive en la localidad gaditana de cara al duelo de Copa. «La gente está muy feliz. Me llama la atención cómo lo viven, porque todos hablan de fútbol, del partido. Ojalá les demos una alegría».
Esa expectación por el partido también la siente Damián Fernando Zamorano, interior derecho de 23 años nacido en Mar del Plata (Argentina). «Es algo hermoso cómo viven los aficionados los grandes partidos. Recuerdo el día de la anterior eliminatoria contra el Ebro. El día se me hizo muy largo, estaba en casa esperando la hora de ir al estadio y desde la ventana veía ya desde muy temprano pasar a la gente con las banderas camino del Municipal. Eso me produjo un escalofrío de emoción, por ver cómo estaba la gente de ilusionada. Por suerte ese día logramos ganar y dimos una gran alegría. En ese sentido el club es muy grande y es de todos los aficionados».
Zamorano jugaba en Kimberley de Mar del Plata hasta que le llegó la oportunidad de dar el salto a España. El interior argentino se enroló en El Palo malagueño, donde estuvo temporada y media, hasta que el club descendió a Tercera. «Mi reto era quedarme en la categoría, y en cuanto tuve la oferta de la Balona no lo dudé, porque consideraba que era un crecimiento importante en mi carrera».
También asiduo en las alineaciones de Escobar, el argentino reconoce que se dispone a vivir una de las grandes experiencias de su carrera deportiva. «Van a ser dos grandes partidos y no sé con cual me quedo. Ver el Municipal lleno va a ser precioso, y luego San Mamés... Si ya me estoy volviendo loco con los mejores campos de Segunda B porque no estaba acostumbrado, imaginate para mí jugar en un campazo como ese...».
Más experiencia que sus dos compañeros pese a su edad tiene Roberto Chen (21 años). No en vano, es internacional con Panamá y pertenece al Málaga, que le fichó tras verle en un torneo donde participó con su selección. Joven promesa, el central busca en La Línea recuperar el ritmo competitivo y su progresión después de sufrir el pasado año una grave lesión de ligamentos en su rodilla. «Este año iba a seguir en Málaga pero me perjudicaba e pasaporte extracomunitario. Tenía alguna oferta y decidimos que la mejor era la de la Balona por estar cerca de Málaga, y la verdad es que estoy muy contento de hacer tomado la decisión. Esto es una familia y me han recibido muy bien. Representamos a este club con mucho orgullo y tenemos una linda oportunidad en la Copa», afirma el panameño.
Pese a ser un futbolista con experiencia en Primera y perteneciente a un club como el Málaga, Chen se considera un jugador balono más y como tal, participa de la emoción del equipo y de la ciudad. «Vivo esta eliminatoria como uno más, con la misma ilusión, aunque yo ya tengo este tipo de experiencias de mi estancia en el Málaga. La verdad es que la ilusión que tienen mis compañeros me sorprende mucho y les apoyaré en todo lo que pueda mientras esté aquí».
Con ellos y con Espinar, el único jugador de la plantilla que ha jugado en el nuevo San Mamés, charló este periódico. Los tres coinciden en la importancia tanto deportiva como emocional que tiene medirse «a uno de los grandes de nuestro fútbol» y poder visitar La Catedral.
Ismael Chico
Ismael Flores Palomino (La Línea, 1984), más conocido como Chico, es uno de los referentes de la Balompédica. Capitán con 13 temporadas a sus espaldas, siempre vistiendo los mismos colores, es fácil entender lo que supone para él medirse al Athletic, ver el Municipal lleno y después cumplir con la tradición en San Mamés. «Teníamos un objetivo claro al inicio de esta campaña que era pasar las tres fases de la Copa, lo conseguimos y encima nos ha tocado uno de los grandes del fútbol español, así que estamos enormemente contentos en este aspecto. Ya lo merecíamos y viene bien que la gente disfrute», afirma.
El capitán admite que esa ilusión se palpa en la calle y ha sido complicado evitarla durante este último mes. «Nosotros hemos intentado dejar de lado la Copa, pero donde más piensan en este tema es entre la propia afición y es complicado dejarlo de lado porque en la calle se habla de ese tema. Los socios están más preocupados por la Liga, pero quieras que no, los menos asiduos siempe te preguntan por el Athletic».
Para entender la magnitud del acontecimiento hay que detenerse en un par de datos. Los últimos clubes de Primera en pisar La Línea fueron el Atlético y el Zaragoza, que jugaron el torneo veraniego en 2004, última vez que se organizó. Y la Balona sólo lo jugó tres veces, midiéndose un año al Sevilla y otro al Málaga. Nada más. Escaso bagaje de un club fundado en 1912, que está dispuesto por tanto a exprimir al máximo esta eliminatoria. «Hombre, claro. Fijate que estamos entre los carteles del trofeo -en la sala de prensa del campo- y hacía tiempo ya que no se veía un equipo de esta categoría en La Línea, y encima midiéndose al equipo del pueblo», sentencia el capitán para corroborar la explicación.
Como canterano que es, Chico se rinde a la filosofía e historia del Athletic. «Es de admirar que haya jugado toda su vida con gente de la cantera. Para nosotros supone algo similar. La Balona es el equipo del pueblo, un orgullo y un sentimiento. Aquí lo que queremos es jugar en el equipo del pueblo. Después si tienes posibilidades de llegar a jugar en Primera genial, pero jugar aquí nos hace sentirnos orgullosos», explica Chico.
Miguel Ángel Espinar
Miguel Ángel Espinar Peña (1988, Lora del Río) es un recién llegado al club, pero desde el primer momento está demostrando su capacidad goleadora. El sevillano es un caso particular. Para él esta eliminatoria le recuerda a la que vivió en junio. De hecho, incluso sabe lo que es jugar en San Mamés. Porque Espinar se midió con el Villanovense al Bilbao Athletic en la fase de ascenso a Segunda. E incluso marcó uno de los goles (2-1) en la ida. Así que a él no le tiene que explicar nadie lo que impone La Catedral. «El nuevo campo impresiona, tanto por dentro como por fuera. Recuerdo que toda la zona de abajo estaba llena, había unos 20.000 espectadores».
Pese a su experiencia, Espinar no ha mencionado el tema entre la plantilla. «Tampoco soy quien para comentarles, ellos cuando lleguen ya lo disfrutarán como lo hice yo», reconoce el delantero, que estaría encantado de volver a marcar, ahora frente al primer equipo. «Ya le metí al filial y sería genial, pero lo más importante es que la gente disfrute», admite.
Carlos Guerra
Quién le iba a decir al veterano central linense (1981) cuando hace unos años decidió dejar el fútbol por su trabajo que iba a medirse al Athletic y que, además, iba a ser protagonista del cartel anunciador. En enero de 2010, Guerra dejó la Balompédica para preparar en la Academia de Ávila su ingreso de la Policía Nacional. Una decisión dura donde primó su futuro profesional. Pero el fútbol no había dicho su última palabra, y seis meses después logró regresar al equipo tras ser destinado a La Línea y recibir el permiso de la Policía para poder compaginar trabajo y deporte. «Después de volver a casa, ahora a mis 34 años jamás pensé que iba a vivir lo que estoy viviendo. Estoy muy ilusionado, primero con el partido de casa y luego por poder visitar uno de los mejores campos».
Para alguien que apura sus últimas campañas en el fútbol, lo que le está deparando su Balona estos años es un premio que queda redondeado con el duelo copero. «Nunca imaginé que íbamos a conseguir lo que hemos logrado estas temporadas. Creo que es un buen broche clasificarnos para la Copa y jugar contra el Athletic. Para nosotros es casi como para un Primera entrar enuna competición europea».
- Y encima protagonista del cartel...
- Cierto, protagonista del cartel, de un hecho histórico que va a quedar para siempre. Así que doblemente contento.
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