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Juanma Mallo
Lunes, 16 de noviembre 2015, 01:20
Sin Liga este fin de semana -y con la abultada derrota del filial en Miranda pero el delicioso liderato del conjunto femenino-, he invertido el tiempo en mirar a la clasificación, a los próximos encuentros que tiene el conjunto de Ernesto Valverde por delante, y ... a coger papel y lápiz -vale, es cierto, en realidad fue la calculadora del móvil-, para hacer cábalas y observar cómo puede acabar la primera vuelta este conjunto que no para de crecer. Y, siempre con la cautela necesaria, con las prevenciones habituales -el fútbol no es ninguna ciencia exacta-, una sonrisa se ha dibujado en mi rostro. De los ocho encuentros que restan para que los bilbaínos alcancen la jornada 19 de la temporada 2015-16, seis son frente a escuadras que viven por detrás en la clasificación. Esto es, solo dos han corrido más que los vizcaínos en esta primera parte del ejercicio: son el Atlético, al que se visita en el Calderón, y el Celta, donde acudirá la escuadra de Txingurri en el penúltimo día del año; un grupo, por cierto, que el pasado fin de semana se llevó un enorme bofetón del Valencia. El resto, incluido el Sevilla -el último rival-, marchan por detrás, han sido más lentos que un equipo que, después de aquel desastre de Alkmaar, ha sumado cuatro triunfos y un empate en la competición de la regularidad, más sendas victorias en Belgrado y en Bilbao frente al Partizan. De hecho, se enfrentará el actual octavo de la tabla, a dos puntos del Eibar, sexto, a los tres cuadros que penan en los puestos de descenso: el colista Levante, el Granada -su próximo adversario, el domingo (18.15 horas)- y el Las Palmas.
Es el momento, por tanto, del gran salto. De esprintar y, casi con el pase a la siguiente ronda de la Europa League en el bolsillo -una victoria el jueves 26 en Alemania concedería al Athletic el liderato a falta de una jornada para el final de la fase de grupos-, de recaudar todo el nutriente posible para soñar. ¿Con qué? Con aquella cuarta plaza que se logró en la primera temporada de la segunda era de Valverde y Aspiazu en el banquillo vizcaíno. Muchos hinchas ya lo piensan. Muchos aficionados ya lo han colocado como el principal objetivo del Athletic, más allá de tratar de avanzar lo máximo posible en el Viejo Continente -y en función de lo que depare el bombo de la Copa siempre y cuando se supere a la Balona en diciembre-: regresar a la máxima competición continental.
Ahora mismo, no parece una quimera, al contrario de lo que suele suceder al principio de temporada, cuando se analizan las plantillas en frío, y se coloca a varias por delante de la del Athletic. Pero es el juego, la competición, la que coloca a cada escuadra en su sitio. Y el conjunto vizcaíno ha protagonizado una evolución -con la explosión de Williams, la competitividad de Raúl García, la puntería de Aduriz, la excelencia de Beñat- que le ha convertido en un equipo estructurado, sólido, con un amplio repertario ofensivo, que recuerda aquella tropa del primer curso de Txingurri en el que daba la sensación de que los vizcaínos podían ganar a cualquiera y que era muy complicado doblegarla. Estamos en esa magnífica situación. Al menos, así lo veo yo.
Aunque se debe mantener la calma. Por supuesto. Es verdad que el calendario sonríe a los vizcaínos con respecto a sus contricantes, pero tiene más partidos a domicilio (cinco) que bajo el abrigo de San Mamés (tres). Y también es cierto que, en tan solo un mes, desde el próximo domingo 22 hasta el domingo 20 de diciembre, cuando el Levante aterrice en San Mamés, aparece una acumulación de duelos: nueve, casi un choque cada tres días. Será el momento de regular esfuerzos, de colocar a ese equipo luminoso, que asusta, en los encuentros de la Liga, y conceder oxígeno a ese 'once' -con Iago en Europa, y a veces la inclusión de Sabin en la banda izquierda por Susaeta-, en la eliminatoria contra el Linense y en la última jornada de la segunda competición continental, siempre y cuando se selle el pase dentro de diez días en Alemania. Pero, en circustancias normales -una expresión que no se puede emplear en el deporte, y menos en el fútbol-, el Athletic está en disposición de subir, de seguir creciendo, de dar ese gran salto. Y permitir a su hinchada, que aún se siente orgullosa por el éxito de la Supercopa, soñar con otro viaje en la clase 'business' del Viejo Continente.
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