Nadie creía a Etxeita

Mientras el entorno rojiblanco observaba absorto el caso del central vizcaíno, rebosante de ilusión por su regreso aunque firmara una primera vuelta en blanco. El futbolista se despojó enseguida el traje de víctima y mantuvo en sus comparecencias que su deseo era regresar a casa y mostrar su voracidad en Lezama hasta captar la atención de Txingurri. Resultaba lógico que el ritmo de competición del defensor de Amorebieta no fuera el óptimo y que fuera duro acudir cada día a entrenar, expuesto cada fin de semana a quedarse fuera de la convocatoria.

Etxeita, sin embargo, sacó provecho de cada instante que pasó sobre el césped, por mucho que en la primera campaña fueran menos de 200 minutos en total. Mantuvo una concentración absoluta cada vez que Valverde le dio la alternativa y escaló poco a poco en la lista de prioridades de su técnico. Primero fue un suplente con protagonismo residual; después, un recurso válido para las rotaciones. Y hoy, dos temporadas después, es una pieza insustituible que ha encontrado su recompensa con la llamada de la selección.

Esfuerzo y tesón

La pareja que forman el de Amorebieta y Laporte se ha convertido en un elemento inamovible interiorizado por la hinchada. Pocas posiciones, a excepción de la de la delantera y la media punta disfrutan de unanimidad en las gradas de La Catedral, que han reconocido el valor y el pundonor de Etxeita, convertido a los 27 años en indiscutible del Athletic y pieza emergente de la selección. Puede que la eclosión deportiva del central haya sido tardía para muchos, pero nada perturbará ahora su felicidad. Él sabía que tenía razón, y el tiempo y su tesón se lo han dado.