Juanma Mallo
Domingo, 2 de agosto 2015, 22:09
«Allí ahora tenemos 40 grados. Además, nuestro campo es de hierba artificial». Fue el jueves, tras la breve victoria del Athletic frente a un ultradefensivo Inter de Bakú (2-0). Esas dos frases, como si de una sólida advertencia se tratara algo así como ' ... no os fiéis que todavía no habéis pasado', salieron de la boca de Zaur Svanadze, el técnico de los azerís. Sí, es verdad que se quedó corto el cuadro vizcaíno, que tenía que haber finiquitado la eliminatoria y regalado un festival anotador a su afición, por mucho que Ernesto Valverde se empeñe en presentar a esta escuadra, subcampeona de la liga de su país, como un equipo que puede hacer daño a su tropa. Pero no es menos cierto que el entrenador de esta primera piedra en el camino rojiblanco se olvidó de que su equipo ni vio a Iago Herrerín, que solo crearon dos jugadas más allá del centro del campo, y que les faltó un pico, una pala, un andamio, una paleta, unos ladrillos y cemento para construir un muro en su parte de San Mamés. Vamos, que u ofrece una pizca más, o por muchos 40 grados que haga en la capital azerí el jueves, y por mucha hierba artificial que luzca el estadio de Shafa, con capacidad para algo más de 8.000 espectadores, el viernes el que estará en el bombo del play-off será el conjunto vizcaíno.
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Pero esas palabras se quedaron un rato en mi cabeza. ¿40 grados? ¿Hierba artificial? ¿Será el infierno? A continuación, sin embargo, esa inquietud inicial, ese sudor frío, dio paso a la calma, a una ligera sonrisa de confianza. Por partes, la temperatura. Lo primero, mirar las previsiones en el móvil. 35 grados de máxima, 23 de mínima. No es para tanto. Luego, echar la vista atrás. A la memoria. Y brotó, sin ir más lejos, el duelo frente al Betis en Arcos de la Frontera, Cádiz. No sé a qué altura se situó con exactitud el mercurio a la hora del partido, pero sesenta minutos antes el coche marcaba 35 grados. Los bilbaínos empataron, empezaron ganando con un tremendo meneo en la primera parte a los de Pepe Mel que, ni mucho menos, son el Inter de Bakú. Así que, por esa parte, nos tranquilizamos. Tampoco hay que olvidar lo que sucedió en Boise, o la chicharra que cayó ayer en Pamplona, aunque el equipo que jugó ante Osasuna no es el que, a priori, saltará al estadio azerí.
Luego, la hierba artificial. Ahí ya entró en acción el preparador del Athletic. Recordó el pasado de la mayoría de los miembros de la plantilla, sus inicios en las categorías inferiores, y nació el alivio. Además, habrá un entrenamiento en el estadio Shafa, al contrario de lo que sucedió hace menos de un año en Borisov, en aquel duelo de la Champions League de tan infausto recuerdo para la familia rojiblanca. Vamos, que las dos armas que presentó encima de la mesa Svanadze se diluían. También habló de la afición, de que estarán apoyados por su gente. Pero por mucho ruido que hagan 8.000 personas, la diferencia de categoría entre ambos contendientes no se lima con los ánimos de la grada.
Ese infierno se fue transformado. Ya no veía llamas, ni el fuego característico de Azerbaiyán. Para nada. Cierto que cualquier adversario puede subirse a las barbas que se lo pregunten a la Sampdoria y al West Ham (0-4 los italianos frente a la Vojvodina serbia; y 2-2 en Londres los ingleses contra el Astra Giurgiu rumano)-, inquietar, pero lo visto el jueves habla de un oponente que lo pasaría mal frente al Barakaldo, el Arenas, el Gernika y el Amorebieta, por decir cuatro equipos vizcaínos de Segunda División B. Vamos que, salvo debacle, el Athletic estará el viernes en el sorteo, más allá de que el jueves se plasmaran en el césped algunas sensaciones dulces Eraso y Beñat y otras agrias: las bandas en ataque, e Iturraspe. Pero hay que darles un margen de confianza, esto está empezando, aunque no es menos verdad que si se persigue el camino de la redención esta debe empezar a las primeras de cambio. Y ahí está un Beñat que, con un excelente final el pasado ejercicio, ha arrancado enchufado, moviendo a su equipo, buscando huecos, corriendo a iniciar la presión, y bajando a apoyar la salida de la pelota. Ese es el ejemplo. El camino. Como el que iniciará mañana el Athletic hacia un lugar que nos han pintado como un infierno.
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