Toquero y la generosidad

Y aquel aspecto resaltó el sábado el técnico de Viandar de la Vera después del encuentro contra el Krasnodar, un empate a uno que supo a poco. La generosidad del vitoriano, su profesionalidad para acudir cada mañana a Lezama a entrenarse, y su compañerismo. Le aplaudió Valverde y dijo que había sido un placer entrenarle, dirigirle. Y también para los aficionados del Athletic ha sido un placer tenerle en el equipo, si se tiene en cuenta los aplausos que le han dedicado, las ovaciones que ha recibido, los gritos de apoyo que le han insuflado, tanto cuando era un futbolista fundamental para los entrenadores, como cuando su participación quedó enterrada. Nunca se me olvidarán esos tremendos estallidos de euforia cada vez que Toquero saltaba en la cancha en esta última etapa, a veces un reacción del público un tanto incomprensible para una persona ajena al mundo rojiblanco. "Toquero, Toquero", tronaba la grada en ánimo a un lehendakari que, a priori, se despedirá este miércoles de la entidad de Ibaigane.

Si no se producen cambios, para ese día se espera una rueda de prensa del vitoriano en el que dirá adiós a esa afición que nunca la abandonó, que siempre le ha impulsado. Me imagino que, de su boca, solo saldrán palabras de agradecimiento, como los halagos que le dedicó el sábado Valverde. Quizá es un caso único en la historia del fútbol lo sucedido con Toquero: que la gente se rinda a una persona con escaso protagonismo. De ahí que el alavés tenga que mostrar también su generosidad con una afición que nunca le ha abandonado, que siempre le ha respaldado, que siempre se ha acordado de él. Es difícil de imaginar que eso hubiera sucedido en otro rincón del fútbol actual, con otra gente en la grada. Nunca le ha faltado el cariño, aunque en las últimas temporadas solo ha jugado los minutos de relleno, salvo aquel 1 de diciembre contra el Barça, en el que salió de titular y Txingurri sorprendió a los catalanes. Fue en ese duelo -el último que disputó completo- cuando los vizcaínos atraparon la cuarta plaza que ya no soltaron hasta el final del ejercicio. Él fue uno de los protagonistas de aquella victoria, el germen de la Liga de Campeones.

Pero ahora, con un futuro negro en el Athletic, ha optado por marcharse un futbolista que, desde que prolongó su contrato en octubre de 2012 solo ha marcado una diana: fue en aquel inservible duelo en Israel en la Europa League. Pasó de ídolo, de ese hombre que llegó del Sestao -vía Eibar- y que formó un dúo genial con Fernando Llorente, a secundario. Y se marcha. Agur. Le toca agradecer todo lo que la afición rojiblanca le ha regalado.