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Hace dos años, en plena pandemia por la Covid-19, Iker Esteban y Gaizka Cabrejas decidieron que era el momento de participar en una experiencia de voluntariado. La idea no era nueva. La venían rumiendo tiempo atrás -Gaiza ya había hecho «alguna cosa» en Perú-. ... Pero costó. Con una crisis sanitaria mundial, «muchas organizaciones no estaban operando». Hasta que por fin dieron con una, Saluganda, que trabajaba con las escuelas de Uganda. Hicieron sus mochilas y en agosto del pasado año pusieron rumbo al África, donde permanecieron durante quince días. «Viendo la situación del país, la situación de la educación... Sentimos que teníamos que dar un paso más», comparte Iker. Ya de vuelta en Algorta, donde residen, estos dos vizcaínos empezaron a dar forma a la ONG Build a future (buildafuture.es). Un proyecto al que se sumó un tercer cooperante, Igor Delgado.
¿Qué es Build a future? ¿A qué se dedica? Es una asociación sin ánimo de lucro, creada en diciembre de 2021, cuyo objetivo es promover proyectos en Uganda para conseguir los siguientes fines: mejorar la educación y aumentar la tasa de escolarización mediante la renovación de escuelas, con especial atención en los y las niñas huérfanos, que se encuentran en situación de mayor desamparo y vulnerabilidad; impulsar el empoderamiento de la mujer y fomentar el desarrollo humano sostenible de las comunidades locales.
«La ONG con la que estuvimos en Uganda ayuda en las escuelas, pero no se centra en los huérfanos -hay más de dos millones de niños que carecen de progenitores-. Es algo palpable. Ves muchos niños con familias desestructuradas, críos que viven con parientes e incluso mujeres solas a cargo de seis o siete niños», dibuja Iker. El Gobierno de Yoweri Museveni tampoco ayuda, lamenta el cooperante. «En la pandemia decidió cerrar las escuelas durante dos cursos lectivos, la inversión en educación es muy reducida y no hay escuelas públicas suficientes. Privadas hay muchas, pero poder pagarla es otra cosa. Muchos no tienen medios», reconoce.
El pasado mes de abril, Iker volvió a Uganda. Esta vez acompañado de Igor. En concreto, se acercaron a Equinox Junior School, un centro escolar compuesto por 81 alumnos y alumnas, de los cuales 32 son huérfanos. «Llevamos cosas que nos habían donado: material deportivo, escolar y juguetes», enumera Iker, que además de dedicar su tiempo a la ONG trabaja en ITP, empresa afincada en el parque tecnológico de Zamudio. Uno de los objetivos con los que viajaron era fomentar el deporte entre los pequeños. «Quisimos, a modo de intercambio cultural, llevar algo del Athletic. Pero claro, el coste de las camisetas oficiales es alto, así que compramos otras más baratas. Incluso pusimos el nombre de jugadores, como Williams, a mano en alguna de ellas», confiesa.
Montaron una portería de fútbol y otra de voleibol. «Dijimos que íbamos a lanzar penaltis y el portero se tiraba al suelo antes de tiempo... La verdad es que nos reímos todos mucho. Gritábamos ¡Athletic! y ellos se pusieron a bailar. Fue un momento muy bonito», comparte Iker.
Build a future es joven, no lleva en marcha ni un año. Cuenta con 25 socios que ofrecen un donativo fijo al mes y otra veintena de colaboradores que echan una mano con diferentes tareas. Además, han recibido una docena de donaciones puntuales. «Todo el dinero que recaudamos va directamente para Uganda, porque nos ocupamos nosotros, no hay gastos de gestión», puntualiza Esteban, cofundador de la organización.
El viaje de abril sirvió, además, para identificar las necesidades de la escuela. Cuatro meses después, en agosto, regresaron a Uganda. Llevaron libros y abastecieron al centro de agua potable. Colocaron un tanque de 10.000 litros que recoge el agua de lluvia. «Hasta entonces, los niños iban con garrafas andando durante dos kilómetros para coger agua en el pozo más cercano», apunta Iker.
Reformar los baños, la cocina, abastecer de material educativo, aumentar la tasa de escolarización, crear talleres para adquirir conocimientos y capacidades que permitan a las mujeres obtener una capacitación e independencia, promover el desarrollo comunitario de forma sostenible dotándoles de los recursos necesarios para iniciar tareas de agricultura y ganadería... La lista de objetivos que se marcan estos tres cooperantes vizcaínos es ambiciosa. «Vamos poco a poco, ganas no nos faltan. Y quien quiera ayudar... Bienvenido es».
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