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Bajo la consigna de ‘salvemos Europa’ saltaba el Athletic para afrontar su primera final y exhibió un dominio y una estadística apabullante que nada tuvo que ver con el naufragio sueco. Llegó mucho pero no inquietó demasiado en la primera parte; en la segunda aprovechó ... su bola de partido que le deja muy vivo. ¡Por Odin!
El resultado era una urgencia sanitaria. La alarma era inminente y un remate franco de Raúl García paró corazones. Tuvo que ser el sospechoso habitual, Aduriz, el que salvara a los leones por los pelos y por el ímpetu de su salto. Una cabeza que da serenidad a un equipo con más pundonor que fútbol.
La paciencia es para los relojeros y los amantes recalcitrantes. Ziganda debió pensar que Potter, ‘el mago inglés’ que nos robó la magia en Suecia y realizó un conjuro ayer que empezaba a inquietar a la parroquia, le iba a hacer el truco del escapismo. Demasiadas finales en su calendario y masaje cardiaco para el míster necesitado de resultados.
Un viejo conocido que nos pitó en una victoria al rojo vivo contra el Lokomotiv provocó demasiado ‘run run’ en la grada por sus métodos un tanto pedantes. Demasiado charlatán el polaco que expulsó a uno de los más meritorios del partido, Unai Núñez.
Para Córdoba por su brega y descaro y esos pases magníficos.
Sumar tres puntos, y seguir dependiendo de sí mismos.
La falta de pegada y la mala gestión de los saques de esquina (16).
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