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Yo admiraba mucho a Olmo. Tendría tres años cuando mi padre recortó con cuidado unas viñetas de Don Celes que fueron mis primeros cromos. Eran un taco impresionante en mi mano. Un día salí a jugar con ellos a la calle. Solía andar ya con ... niños mayores, porque siempre me ha gustado aprender. Así que salí a la calle con mis cromos y, nada más llegar al grupo de niños, uno de ellos se rio al verlos y me dio un manotazo de forma que cayeron en un charco. «Esos no son cromos ni son nada», dijo. Aprendí al instante varias cosas: que no debía llorar, que tocaba fingir que no importaba gran cosa aquella pérdida memorable y que los mayores tenían más mundo, pero pueden ser imprevisibles.
Mucho más tarde Olmo, ya mayor, pero en plena forma, entregaba puntualmente en el periódico sus tiras de Don Celes y unos artículos que llevaban como título genérico 'De cuando en cuando', pero salían casi todos los días. Seguramente los dibujos y los artículos eran el secreto de su longevidad.
Sucede que mi nueva rutina periodística en la sección de Deportes se ajusta al título de aquella sección de Olmo, no escribiré semanalmente sino de cuando en cuando. El cambio temporal ha coincidido con estas vísperas de esperanza rojiblanca para la gloria. Precisamente ahora el Athletic está velando sus armas como Don Quijote, a la espera de una nueva Final, esta vez con el cartel de favorito. No será fácil, no suele ser fácil el cumplimiento de los sueños en general, sea en el fútbol o en la vida. El Mallorca es lo que se ha llamado siempre un equipo correoso al que no es fácil meter mano (mi padre habría dicho eso). Sus jugadores no son figuras ni se las dan de ello, pero son muy solidarios, juegan muy juntos, meten la pierna y suplen con laboriosidad su falta de virtuosismo. Se defienden con orden y solo salen a la contra en las jugadas de estrategia o cuando tienen su casa ordenada y advierten algún despiste en su rival. Son buenos a penaltis.
No será fácil, pero el Athletic es favorito porque es un equipo mejor. Mejor que el Mallorca y mejor que el propio Athletic en los últimos largos años de intentarlo. Dicho de otra manera, en ningún caso podría escaparse la victoria si se atreve a ser quien es, es decir, un equipo equilibrado, atrevido, valiente, a menudo brillante, con individualidades de categoría internacional. Está en la final por méritos propios, tras eliminar con grandes partidos a Barcelona y Atlético de Madrid, quienes a su vez apearon de la Champions a Nápoles e Inter respectivamente, y de la Copa al Real Madrid. Si en el fútbol fuera de aplicación la propiedad transitiva, no habría más que hablar. Este Athletic juega muy bien al fútbol y destaca especialmente por su intensidad, compite por la Copa y por entrar en Europa por la puerta grande de la Champions. Confío en hablarles en el próximo artículo de cuando en cuando –es lo que tiene el tiempo largo, como diría Braudel– del triunfo, la gloria y la gabarra.
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