He vuelto a ver trozos de viejos partidos en Internet. El de la nieve, la final de los cinco aldeanos, los cinco goles al Las Palmas, en el inolvidable partido de los transistores, que oí en el lugar idóneo con la persona más adecuada. He ... visto a Zarra, Gainza, Uribe, Arteche con el zumbido del NODO y la cámara arrastrando los pies. He visto a Iribar, Uriarte, Rojo, a Goiko, Urtubi, Dani, Sarabia y Argote, a Guerrero y a Yeste, Etxeberria, el primer Muniain… Y aquí estamos otra vez, a la espera de un partido importante, no diré histórico conociendo el historial de los viejos tiempos, pero el partido de vuelta de una semifinal de Copa en San Mamés, trayendo un resultado adverso pero accesible, es una de las expectativas más exaltantes a nuestro alcance, nos apuntaríamos en cada temporada. Un amigo me preguntó el otro día si nos veríamos en Sevilla. Pasito a paso, respondí, primero el Osasuna y dos goles. He visto la remontada del partido en que Osasuna se había adelantado por cero a tres a falta de media hora, los pesimistas se iban del estadio y entonces el Athletic metió cuatro. En aquella remontada, con Valverde y Aspiazu tan jóvenes en el banquillo, el Athletic se convirtió en una repentina galerna que se hubiera llevado todo cuando se le pusiera por delante.

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Sin tirar de hemeroteca, así a botepronto y en el plano estrictamente personal, solo es cuestión de edad, recuerdo las derrotas en las finales del Athletic ante el Zaragoza de los Cinco Magníficos y el Valencia de Waldo y Claramunt, cuando éramos niños impresionables; los campeonatos ganados al Elche y el Castellón, que tampoco eran Brasil, pero tenían a Asensi y Del Bosque respectivamente; vimos derrotas honorables del gran equipo del 77 ante la Juventus y el Betis (no se nos han dado bien las finales a pares en la misma temporada, ni las del Barça de Messi, pero estamos listos para una nueva final), las dos Ligas del 83 y 84 y la Copa del 84 del gran Athletic de Clemente, capaz de ganarle a cualquiera no sólo como consecuencia de una tarde pletórica, de las que hemos disfrutado muchas en todas las épocas, sino por efecto de una potencia de apisonadora de movimiento uniforme con rasgos de gran clase y una confianza descomunal.

No va a ser fácil, como se vio en el partido de ida, el del juego de palabras de Valverde sobre que a jugar como el Osasuna siempre gana el Osasuna, pero a eso se jugó y el resultado fue la profecía autocumplida. Así que más le vale al Athletic ponerse a jugar, en el partido de vuelta, mejor que el Osasuna, no a pelear, correr, chocar, la intensidad a estas alturas y con lo que nos va en ello se da por supuesta. Intensidad más clase, ideas más confianza, creatividad, atrevimiento, habilidad, potencia, rapidez y desborde, pero también pausa en los momentos decisivos, a la hora de la verdad. El Athletic debe saltar al campo a jugar un fútbol mejor que su rival, con la convicción de ser un equipo superior, dispuesto a comer la moral de Osasuna, a ganarle en potencia y calidad. El rugido de la afición se da por descontado.

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