El Athletic fue un equipo netamente inferior a un Madrid que tampoco fue para tanto. El equipo pierde efectivos en cada temporada y las incorporaciones llegan a duras penas al nivel del reemplazo. El fútbol no es correr para quedar bien, se diría que en ... muchas ocasiones hay jugadores que corren y corren como si pretendieran al menos evitar que los señalen, pero el buen fútbol es otra cosa más creativa. No se puede ganar, y menos a un equipo superior, sin superar ninguna línea, sin rematar a portería. Lo hizo Paredes en una ocasión, casi al final, con la coronilla. El Madrid pudo jugar sin portero. No se puede ganar con la vía de agua formidable en el lateral izquierdo. E Imanol García de Albéniz estaba ahí esperando su turno, con una postura, una zurda y un toque que no hay más que verlo, pero no salió hasta la segunda parte, como no lo hicieron Sancet ni Herrera, que al menos le dieron otro aire al equipo.
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La fragilidad y la impericia de Lekue y de Vesga en el primer gol fueron impropias de la categoría, y el Madrid metió en seguida el segundo con la uña, y tuvo otras ocasiones.
La insuficiencia de Muniain y de Nico Williams llamó la atención, la impotencia de Iñaki Williams para irse de nadie, para tirar un buen pase o un centro, por más que la pregunta más obvia sea quién podría rematarlo incluso si le saliera alguno bueno. Y no hablemos de goles ni de ocasiones de gol, continúa la preocupante tendencia no por conocida menos frustrante. ¿Es lo que hay? Puede que sea lo que hay. Por eso contrasta tanto la pobreza del juego con el empuje de una afición tan ingenua, como decía Bielsa admirativamente. Ahí estamos, ahí seguimos animando, lo que no significa que nos chupemos el dedo o veamos los partidos con orejeras.
El mercado es muy corto y fichar es muy caro, pero se diría demasiado barato en ciertos casos jugar en el Athletic. No sé si será posible conseguir refuerzos de garantías antes del cierre del mercado, pero habría que intentarlo de manera prioritaria respecto de otros objetivos seguramente muy juiciosos, pero secundarios. Perder contra el Madrid no es ninguna hecatombe, incluso ya nos hemos acostumbrado a que sea lo más probable, pero la impresión general del equipo en el primer partido de la temporada fue ciertamente de insuficiencia. Ni firmeza defensiva ni juego elaborado, ni goles ni ocasiones de gol. Los centros a la olla que marcaron la temporada anterior fueron la única variedad de acercamiento, por llamarlo de algún modo. El juego fue más fluido en la segunda parte, cuestionó la alineación inicial, pero no resultó suficiente.
Se puede perder con el Madrid, grandes equipos lo hacen, forma parte de la lógica, pero el Athletic no compitió verdaderamente, dejó en el intento alarmantes señales de impotencia. No vale con la voluntad, que se le supone al equipo, el fútbol es otra cosa más imaginativa. Para transitar con alguna dignidad por la primera división, para intentar siquiera conseguir «algo bonito», como dijo Valverde, seamos realistas, habría que merecerlo con mejores argumentos.
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