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Hay cierta diferencia entre ser un buen equipo y convertirse en un gran equipo. El Athletic, que hoy por hoy es un buen equipo, pero al que se diría que le falta algo para convencerse de que puede convertirse en un gran equipo -tal vez ... necesita la confianza definitiva para atreverse a serlo-, perdió por uno a cero ante un Granada muy inferior, al que pudo golear en una primera parte de superioridad manifiesta, estratosférica, pero al cabo ineficaz. Llevaba cero a uno de ventaja desde la interrupción, que despilfarró a lo largo de un partido desproporcionado, decepcionante, incomprensible, a lo largo y ancho de la continuación en el día siguiente, cuando fue muy superior a un rival que se puso como loco de contento al conseguir el empate con el que se encontró.

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Para matar el partido del todo solo hacía falta el segundo gol, que perdonaron sucesivamente Nico, Sancet por dos veces -y no se recuperó de sus errores durante el resto de un partido que no debió terminar- e Iñaki en un remate de cabeza, ya sabemos que no es lo suyo, pero remató muy bien con la mala suerte de que el balón se estampara en la cruceta. Le abandonó la suerte del primer gol metido el domingo con un remate defectuoso que se comió el portero del Granada en una escena de cine cómico.

Los partidos como el que jugó el Athletic con el Granada hay que ganarlos, no queda otra si se quieren marcar diferencias, no cabe otra finalización si se quiere pasar de ser un buen equipo a un gran equipo con aspiraciones, pasar de ser un buen equipo que metió mucho miedo en Los Cármenes, pero a fin de cuentas se dejó empatar en el total de un partido suspendido y reanudado, se dejó ganar incomprensiblemente en una continuación en la que dominó abrumadoramente, pero sin éxito, por un equipo incomparablemente inferior, como de otra categoría. Fue como si el Athletic no hubiera querido abusar, como si renunciara por exceso de humildad a beneficiarse de una superioridad incontestable. Los grandes equipos no perdonan en partidos como el de Granada, ganan campeonatos porque no se van dejando puntos por el camino en situaciones tan favorables como esta. Ganarle al Granada parecía tan fácil que casi daba pena el rival, con todas las circunstancias que concurrieron en un partido que duró dos días por el triste fallecimiento de un aficionado. Tal vez por eso el Athletic recuperó su vieja condición de buen samaritano, perdonó lo imperdonable y hasta se metió el gol en propia puerta como para no abusar de un rival humilde y necesitado.

Quien más quien menos, los aficionados habían sumado tres puntos en la clasificación, se habían hecho ilusiones (los aficionados más fieles no tienen/tenemos remedio) respecto a la estupenda perspectiva que se imaginaban. En fin, habrá que conformarse con menos, esperar a que el Athletic se atreva al fin a dar el paso definitivo, el que conduce de ser un buen equipo a convertirse en un gran equipo.

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