45 minutos de gran fútbol

El Villarreal ya no es el Villarreal, pero el Athletic sigue siendo el Athletic, un equipo capaz de un fútbol de mucha categoría, de llegar con cero a tres y mandando hasta el minuto ochenta y cinco, y convertirse de pronto en un flan. Es verdad que el gol de Sorloth viene precedido de un clarísimo empujón a Paredes, que el árbitro no vio y el VAR se negó a mirar, como no había mirado un derribo a Iñaki Williams dentro del área cuando se disponía a chutar y fue derribado por Baena, un especialista en estas cosas. Pero para ese momento ya se habían ido los jugadores fundamentales, los que habían hecho diabluras hasta el punto de que el Villarreal prácticamente se daba por sentenciado. Y volvió a surgir el debate de los cambios, la diferencia entre los relevados y los relevistas.

El primer cambio pareció una novedad interesante. Entró Berenguer, pero no para sustituir a Nico puesto por puesto como otras veces, sino a Guruzeta, pasando Iñaki a la posición de delantero centro. Seguía siendo una delantera amenazadora. Los cambios que vinieron después se entendieron peor, provocaron desajustes y el suflé se desinfló de mala manera. Menos mal que no quedaba apenas tiempo para que el Athletic volviera a demostrar su bien ganada fama de samaritano. Sí lo hubo para que Unai Gómez, que ojalá algún día sea una figura, volviera a fallar un gol tan claro como el que falló entre semana ante el Rubí, que habría devuelto la tranquilidad inesperadamente perdida a última hora.

El Athletic se ha puesto quinto, y es para disfrutarlo, naturalmente, después de un partidazo durante la mayor parte del tiempo, aunque bien podría habernos evitado la incertidumbre del final con su reiterada afición por el suspense.