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El Athletic rescató un punto a última hora, en el último instante de la prolongación, tras un partido vertiginoso que no supo controlar. A ratos el partido fue un toma y daca, incluso un correcalles, con ataques y réplicas sucesivas de ambos equipos, lo que ... indica las dificultades para hacerse con el centro del campo. El del Athletic no supo imponerse, la delantera llevó la iniciativa en algunas fases del partido tan solo, y la defensa sufrió mucho, especialmente el joven Imanol García de Albéniz, por cuyo lado llegaron numerosas jugadas de peligro, incluidas las que condujeron a los goles del Valencia. Las alternativas en las dos áreas fueron numerosas, hasta el punto de que seguramente los porteros fueron los mejores en cada equipo con tres o cuatro paradas de verdadero mérito cada uno.
Fue un partido nervioso en el que abundaron los errores en el pase o en el control, las entregas desacertadas o al rival. Hay algunas cosas que se repiten tanto que parecen ya una costumbre, por ejemplo que Paredes juegue con una tarjeta amarilla casi desde el principio tras unos agarrones demasiado llamativos que debería reservar para casos de extrema necesidad. Esa tarjeta del central, junto con los despistes de colocación de Imanol en la banda izquierda propiciaron un boquete entre el lateral y el central que el Valencia aprovechó para dar la vuelta al tanteador y ponerse por delante, con dos jugadas de mucho mérito, pero en las que sus delanteros llegaron muy sueltos. El mejor Athletic jugó por la derecha, con un De Marcos con cuerda para rato y un Iñaki Williams infatigable que no dejó de intentarlo hasta la asistencia final.
Valverde dio entrada a los relevos sin cambiar el esquema. Fueron, como casi siempre, puesto por puesto, cuando parecía conveniente reforzar el centro del campo. Los entrenadores suelen ser obstinados en sus planteamientos, sean quienes sean los rivales y vayan como vayan los partidos. Lo era Marcelino con su 4-4-2 y lo es Valverde con el 4-3-3. ¿No hubiera sido razonable retirar a un delantero y meter a Vesga? ¿Sería tan disparatado, especialmente cuando se iba ganando, jugar con dos puntas probadamente afiladas como los hermanos Williams y robustecer el centro del campo con un cuarto jugador para echar una mano en la contención?
Visto lo visto, pareció casi milagroso el empate obtenido en el último suspiro, cuando se daba ya por muy improbable. Uno de los muchos tópicos del fútbol es que el contrario también juega. Un Valencia rejuvenecido hizo un fútbol rápido, atrevido e imaginativo, se plantó en numerosas ocasiones ante Unai Simón, quien hizo paradas de mérito, sacando las manos ante un remate desde muy cerca, quitándole limpiamente el balón de los pies a un jugador que se colaba, además de una gran parada de balonmano.
Los cambios, como tantas otras veces, no crearon demasiadas expectativas. Por eso fue tan balsámico el gol de Berenguer. Otro tópico futbolero dice que en los partidos que no se pueden ganar hay que alegrarse si se consiguen empatar. Y lo importante es sumar.
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