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Podríamos hablar de una provisional victoria numantina si la frase no fuera un oxímoron, ya que, como saben ustedes, los heroicos celtíberos sorianos acabaron inmolándose ante Publio Cornelio Escipión. En el segundo tiempo, el Athletic se cerró mucho más de lo habitual, y le salió ... bien por una vez, cuando de sobra sabemos los aficionados veteranos que al Athletic los cierres no suelen salirle bien, pero esta vez sucedió. Valverde apostó en esta ocasión, a partir de la ventaja obtenida en la primera parte, por una cautela arriesgada. Por una vez mandó cerrar y le salió bien. Salió bien incluso la insólita acumulación de centrales y centrocampistas, y uno de los momentos cumbres del partido fue la cara de desesperación que puso el bueno de Yeray, que había salido para hacer la tortuga romana, es decir, la defensa con escudos cuadrangulares cerrando el recinto del área por todas partes, y llegó tarde a un duelo con Morata, que el árbitro sancionó como penalti. Y lo era seguramente, salvo porque el VAR detectó que Morata estaba en fuera de juego y se lo comunicó al árbitro, quien decidió ser consecuente. ¡Uf! Tal vez sea el momento de elogiar una vez más a Paredes y a Vivian, que se estaban bastando para hacer invulnerable la propia área.
Hubo otros muchos gestos significativos en el partido. Por ejemplo, la histriónica vocación de árbitro del Cholo Simeone, que además de ejercer su proverbial afición de animador sociocultural con el público, señalaba las faltas y las tarjetas amarillas como si fuera el quinto árbitro, al que secundó primero con discursos y después con fingimientos el inefable Rodrigo de Paul hasta que consiguió engañar al árbitro, que sin embargo aguantó imperturbable otras presiones mayores.
Más importante fue la oportunidad que lamentablemente desperdició Villalibre de cerrar la eliminatoria con el segundo gol que tuvo en su pierna derecha, ya sé que no es la mejor de las suyas. Es verdad que seguramente habría sido un premio excesivo para el Athletic, salir de allí con dos goles de ventaja a juzgar por el desarrollo general del partido. Un partido que fue solo la primera parte de la eliminatoria, y convendría pensar muy bien la táctica del partido de vuelta, si conviene jugar con el tanteador o con el punto habitual de locura del Athletic en San Mamés. Sería un grave error confiarse, el Atlético no está muerto ni mucho menos, es capaz de ganar en cualquier campo. El Aleti de Madrid otra vez frente al Athletic Club de Bilbao, ahora en San Mamés.
Urzaiz evitó que en la cabina de comentaristas pareciera que solo había un equipo jugándose la final y no merece la pena perder el tiempo mencionando siquiera las boberías a cuenta del histórico nombre de nuestro club, de sobra conocido, de fama internacional.
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