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La Real Sociedad ganó exageradamente al Athletic. Mereció la victoria por su mayor eficacia ante el gol, pero la diferencia en el juego no fue ... para tanto. Ni en el juego ni en las ocasiones. El primer gol llegó como consecuencia de tres rebotes desafortunados, el segundo tras una contra en la que un mal control del delantero centro propicia que le llegue el balón a Take Kubo, quien remata solo contra el portero. Un instante antes Iñaki Williams había tenido una gran ocasión en jugada, que no acertó a convertir en gol, y otra aún más clara en la primera parte a un centro perfecto de su hermano que solo había que tocar y en cambio le dio al aire. El tercero llegó tras un saque desafortunado de Unai Simón, una falta de control en el centro del campo y un pase relativamente sencillo de Zubimendi, con mucho espacio, que convierte en gol Oyarzabal tras driblar al portero, que no se había decidido a salir. Pero es que el Athletic tuvo las dos clarísimas de Iñaki Williams ya citadas, otra igual de clara que no aprovechó Muniain, un remate de cabeza de Guruzeta, que está solo y la envía fuera, otros malos remates de cabeza, de Dani García, de Berenguer, a los que hay sumar el remate de Prados con el pie, que sacó Remiro. El Athletic no tuvo tantas ocasiones como la Real, tuvo más, pero no estuvo inspirado.
La diferencia teóricamente más notable entre los dos equipos, a priori, y más considerando que al Athletic le faltaban dos de los tres futbolistas habituales, estaba en el centro del campo, el lugar donde Zubimendi, Brais Méndez y Merino constituyen seguramente la parcela más fuerte de la Real. No diría yo, sin embargo, que fuera tan clara en la práctica la diferencia. Herrera mantuvo el tipo mientras Dani García y Muniain estuvieron más flojos, pero no se dio en esa parcela fundamental la superioridad definitiva. La diferencia estuvo en las áreas: un equipo aprovechó cuantas oportunidades tuvo y el otro las fue desperdiciando. Los defensas estuvieron más flojos. Yeray no está aún al cien por cien, Vivian estuvo nervioso e impreciso y a Yuri Berchiche le pudo casi siempre Take Kubo, como le pudo Carmona el día del Getafe, quien se le fue en un espacio ínfimo para poner un centro potente y preciso en el gol del empate, sin que el lateral del Athletic llegara siquiera a estorbar la salida tan limpia del balón.
En la delantera, y en el equipo en general, los mejores fueron de nuevo los hermanos Williams. Nico se fue varias veces de su par y puso tres asistencias, a Guruzeta y las de su hermano. Una pena que fuera retirado del campo, seguramente para cuidarlo tras salir de una lesión. Iñaki lo siguió intentando, encaró una y otra vez, puso un gran pase interior a Muniain, peleó hasta el final, incluso cuando el resultado parecía ya definitivo. Lo hizo todo el equipo, que no se rindió en ningún momento y siguió buscando un gol que le pudiera meter en el partido. Cayó con dignidad el Athletic, por un resultado más abultado que los merecimientos respectivos. La Real no apabulló con la pretendida superioridad que indica el tanteador.
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