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Les recordaba recientemente aquella remontada a Osasuna cuando el Athletic perdía de tres en San Mamés media hora antes del final, y metió cuatro en un vendaval de juego y acierto, de intensidad y de clase. Era la primera etapa de Valverde, el equipo jugaba ... alegre, no importaba tanto el riesgo de encajar algún gol, se confiaba en que acabaría metiendo uno más que el rival. Todo consistía en que el equipo, aupándose sobre sí mismo, se las arreglara para meter el primer gol, porque del resto de los que hicieran falta se encargaría la afición. Valverde se la ha jugado con una alineación valiente y vertical, de nuevo con uno dos en el centro del campo. Fue un Athletic magnífico, que mereció sobradamente ganar el partido y pasar a la final.
El retraso en el comienzo pareció una astracanada, sonó a aquellas maniobras de Cassius Clay para poner nervioso al rival durante el pesaje, como si hubiera pretendido, con un San Mamés repleto y eufórico, cortarnos el vacilón. Había llegado con el tiempo de sobra. Vamos, hombre, que hubieran salido antes del hotel, o hubieran perdido ese cuarto de hora de charletas y pizarras, sin necesidad de modificar los horarios de periódicos y televisiones, de poner nervioso al equipo rival y la afición. No le he llamado, pero no me extrañaría que Toto se hubiera ido a pasear por la ribera de la Ría. Una cosa es la tensión ambiental y otra la arterial.
El Athletic dominó el partido de cabo a rabo. Se vieron, es inevitable seguramente, errores en los pases, y alguna confusión entre la velocidad y la precipitación, pero marcó el ritmo de juego, llegó arriba con todo, mereció de largo la victoria. Por ejemplo, penalti de Aridane, remate de De Marcos tras jugada de Guruzeta, en un nuevo saque de esquina, bien tocado por Muniain, peina Vesga y gol de Iñaki de volea y con la zurda. Después mete el segundo a pase de su hermano, pero en fuera de juego. Nuevo córner, peina Guruzeta y remata forzado Yeray. Los saques de esquina volvieron a ser peligrosos mientras estuvo en el campo Muniain. Hubo un dominio total del Athletic, pero no acabó de cerrar el partido, lo que no dejaba de ser inquietante porque temíamos que pudiera suceder lo que al final sucedió. Un pase estupendo de Iñaki lo tira arriba Nico. Acoso y derribo del Athletic. Gran Iñaki hoy, pudo con todos. El Athletic pareció en la mayor parte del partido una apisonadora ante un medroso Osasuna. Gran remate de Raúl y otra vez Nico a las nubes tras la gran parada del portero.
Osasuna apostó descaradamente por los penaltis y no los necesitó porque con un exceso de fortuna, después de dos sucesivos errores lamentables de Zárraga, le llega el balón a Pablo Ibáñez, quien mete el gol de su vida. El fútbol puede ser así de injusto, así de cruel, así de imprevisible. Osasuna está en la final después de un tirito cruzado de Abde en el partido de ida y el remate de su vida de un tal Pablo Ibáñez en San Mamés.
El esfuerzo del Athletic y su juego fueron dignos de mejor suerte, pero el fútbol es así. Jugó un partidazo y perdió.
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