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Dijo Valverde una frase redonda: «Que la necesidad de ganar se convierta en una costumbre». El Athletic es uno de los equipos que mejor juegan y especialmente uno de los más potentes. En cada partido crea media docena de ocasiones de gol y concede muy ... pocas. Sólo le faltaba convicción para transformar su potencialidad en victorias, en puntos, todos esos puntos que se escapaban y que se echaban de menos especialmente tras partidos en los que el equipo era superior a su rival.
Valverde, el entrenador que más veces ha dirigido al Athletic, y que bien merece convertirse en nuestro Ferguson particular, siempre apostó por un equipo alegre, abierto, de transiciones rápidas, atrevido, y seguramente aprendió mucho durante su estancia en Barcelona, donde se lo quitaron de encima de mala manera cuando había ganado una Liga e iba primero al ser cesado. No había disfrutado ni de la mitad de los fichajes que llegaron después y sacó a nuevos futbolistas prometedores, como Ansu Fati. Era preceptivo jugar bien y sobre todo ganar, pero fiel a su estilo se fue sin decir una palabra más alta que otra. Sintió en primera persona la necesidad de ganar. O ganar o nada.
Para ser un equipo grande, como puede ser este Athletic, hay que materializar con hechos las potencialidades, no basta con hacer méritos, sobre todo hay que empezar ganando a los equipos a quienes se ha merecido ganar a lo largo del partido, como fue el caso del Sevilla. No hay que tener miedo al éxito, hay que perder el vértigo, no pensar que las victorias llegan como consecuencia de una buena racha sino porque el equipo es potente e intenso, juega habitualmente un fútbol de calidad y todo ello trae la victoria como resultado más natural. Aquello que decía Luis Aragonés de ganar y ganar y volver a ganar. Es una consecuencia del juego, del despliegue físico y también de la convicción.
Están pasando otras cosas que merecen ser destacadas. De atrás adelante, la brillantez de Unai Simón, tan sobrio y eficaz en el campo como fuera, un portero no en vano señalado por el gran Iribar como su más que digno sucesor. Siempre está ahí para hacer paradas de las que dan puntos, como las dos consecutivas ante el Sevilla. Es encomiable la seguridad de los centrales, que Paredes redondeó con su primer gol con el Athletic: «Tiene mucha fe», dijo Valverde. Parece milagroso que no echemos de menos al lesionado Yeray y a un Íñigo Martínez que puede servir como ejemplo, en su condición de suplente en el Barcelona, de que no todos los sueños se hacen realidad. Lekue está haciendo una buena temporada. Los medios centros Ruiz de Galarreta y Vesga, rebañan el balón, juegan fácil y, por si fuera poco, como en Sevilla, dan asistencias y marcan. Herrera y Prados dan buenos relevos. Y las figuras, Sancet, Nico… El Athletic es un buen equipo que puede convertirse en un gran equipo cuando se atreva a pensar que puede ganar a cualquiera, como el equipo de Clemente en aquellas dos temporadas inolvidables. «Que la necesidad de ganar se convierta en una costumbre». Bien dicho, entrenador.
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