Unai Simón, que es un hombre muy sensato, por su actitud general, en el campo y fuera del campo, por lo que dice y por lo que calla, apuntó al terminar el partido de Cádiz que, si el Athletic aspira a jugar en Europa, lo ... que deseamos todos y ahora mismo parece que está a su alcance, debería acostumbrarse a jugar dos partidos por semana. Y en Valencia y en Cádiz, esto lo digo yo, no Unai Simón, después de los partidos de Copa, el Athletic no estuvo a la altura del resto de la temporada.
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Puede entenderse que en especial el partido contra el Barcelona, con prórroga incluida, dejara un fuerte desgaste tanto en el aspecto físico como en el anímico. Ya se sabe que las emociones, incluso las buenas, y más aún las eufóricas, dejan un inevitable rastro de agotamiento. Por eso entendimos que Valverde diera descanso a medio equipo e incluso se puede entender que a algunos de los titulares que permanecieron, como los casos de Iñaki Williams y Vesga, se los viera a mucha distancia de su mejor versión. Así que dimos por bueno el empate de la primera parte, empate a casi nada. El Cádiz ponía voluntad porque necesita voluntad a falta de otras habilidades futbolísticas y basaba su juego en enviarle balones altos a Ramos, un jugador alto y potente, para que los bajara, a ver si había suerte en las segundas jugadas. No fue el mejor compañero de baile para Vivian, quien tampoco contó con el apoyo del mejor Yeray, quien lógicamente necesita partidos para recuperar su condición física y su confianza. Lo cierto es que el Athletic ni se arrimó a la portería del Cádiz en toda la primera parte, no controló el juego, cometió numerosos errores en el pase, perdió duelos por rebotes en los que pareció que no se metía la pierna con la convicción habitual.
Fue un partido muy soso, el del Nuevo Mirandilla, en el largo istmo que conduce a la ciudad vieja, en la luminosa tierra de la guasa y el Carnaval. En la segunda parte, a medida que entraban titulares, el Athletic mejoró. Empezó a triangular con sentido, especialmente durante el primer cuarto de hora tras la entrada de Sancet, y pareció que sería cuestión de tiempo que su superioridad se convirtiera en gol. Sin embargo, no llegó a fabricar ocasiones tan siquiera. La entrada de Nico volvió a suponer una nueva mejoría. Se fue varias veces en carrera y le pararon mediante faltas que debieron ser castigadas con mayor rigor. En realidad la mejor ocasión hubiera sido el penalti que no le pitaron a Fali tras un alevoso codazo a Nico dentro del área. El árbitro no dijo nada, el VAR no dijo nada e incluso los comentaristas, incluido un Toquero rematadamente bueno, lo dejaron pasar. El codazo fue muy claro, incluso el infractor puso cara de malo, como los villanos en las películas antiguas, por si algún espectador no había caído todavía en la cuenta de quién era el malo.
Lo cierto es que fue un partido tan carente de juego que solo cabe destacar como ocasión de gol el libre directo sacado con potencia por Alcaraz, al que respondió como casi siempre Unai Simón con una estupenda parada.
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