Un máster de ambición

Parece que nos remontamos a otra era glacial cuando en el rebobinado nos topamos con aquel endeble equipo que no llegaba a chutar a puerta y a duras penas tejía escaleras con las que trepar la empinada cuesta hacia el área rival. Y sólo han pasado un puñado de días. Con el cambio de entrenador, y ante los dos buques insignia de la Liga, han conseguido organizarse, achicar espacios, robar, abrir los carriles -algo que no figura entre las especialidades más comentadas del técnico asturiano- y meter el miedo en el cuerpo al prójimo. Porque en ataque, aunque suene contradictorio, no todo orbita en torno al gol, un bien tan escaso hoy en día. Se hace mucho más daño, y estamos ante un claro ejemplo, desmembrando a un Real Madrid superado, indeciso ante sus problemas para salir que los leones convertían en fisuras en las líneas blancas. Hasta Courtois sufrió con tres cesiones que casi se le envenenan. Un ejercicio de maduración a la espera de hincar el diente.

Raúl García, casi siempre él en la primera parte, ejerció de alfil a los ocho minutos tras una recuperación de Dani García. Se la pasó a Muniain en la frontal y el capitán la perdió. Hasta el cuarto de hora no se acercó de nuevo el Athletic y fue de manera tenue con un balón largo bombeado por Iñigo Martínez que acabó en manos de Courtois. Era el lapso que necesitaban los rojiblancos para sentirse seguros y poner algo más de peso en las mancuernas. Y llegó un dos por uno que abrió el marcador en el 17. El amago con una volea de Williams al engatillar un rechace recibido. Y en la siguiente acción, Dani García aceptó un regalo de Lucas Vázquez en la línea de tres cuartos para habilitar el uno contra uno con el que Raúl García ejecutó al meta belga.

Cada vez que pudo el Athletic sumó efectivos. Iñigo Martínez, que no tardaría en ser decisivo, cabeceó hacia atrás en el segundo palo; Raúl García disparó desviado desde la frontal; Muniain remató sin chicha desde el pico del área grande; y Balenziaga no lograba superar al último defensa en un pase de la muerte. Desde que Raúl inició la narración sólo pasaron 27 minutos.

El claro penalti de Lucas Vázquez a Iñigo Martínez, tras un pase proyectado de Capa, puso el 2-0 para alzar a Raúl García al MVP. Y se mantuvo el peligro aún con otro servicio desde el fondo de Balenziaga -que se rehizo de un mal arranque- desviado a córner y un mano a mano de Williams en fuera de juego.

El desgaste y la esperada reacción madridista alteró el armónico escenario deleitado en la primera mitad. Los de Marcelino hicieron lo que no debían, o no lograron evitar. Embotellados en la medular, carecieron de espacio para seguir atajando. Sin la posibilidad de anticipación y con los de Zidane muy superiores encarando litigios individuales, se redujo a la mitad su capacidad de asustar. Y además se demoró mucho en el tiempo. Como en la primera parte, fue a los ocho minutos de la reanudación cuando Muniain cabeceó ajustado al palo izquierdo un buen servicio de De Marcos.

Recién incorporado al juego, Villalibre pudo sentenciar en otro mano a mano con Courtois, con el meta palmeando con el guante izquierdo el conato de vaselina del gernikarra. Morcillo se activó en dos ocasiones ya al límite del choque y en el descuento Casemiro rebañó el remate a un fundido Williams. Pero la faena ya estaba hecha. Y muy bien, por cierto.