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El de Maroan Sannadi es el triunfo de la voluntad. El delantero vitoriano ha sido capaz de catapultarse desde Primera Federación al Athletic a pesar de que no eran muchos los que pronosticaban su salto a la élite cuando militaba en las catacumbas del fútbol alavés. Las dudas eran lógicas. En su segundo año como juvenil en el Aurrera de Vitoria jugaba en la tercera categoría y en el último estaba en el equipo B en Liga Nacional (segunda) porque no le habían subido al A, en División de Honor. Y en su estreno como senior, el Ariznabarra quedó segundo por la cola en Tercera RFEF. Marcó cuatro goles. Veinte futbolistas de la categoría anotaron más que él, pero al menos le valieron para saltar al San Ignacio, segundo filial entonces del Alavés.
No le asaltaban las dudas. «Siempre me decía 'voy a ser futbolista, voy a llegar'. Yo intentaba hacerle ver que tenía que vivir de otra cosa, que tenía que espabilar estudiando o que empezara a trabajar. Le intentaba poner en la tierra, pero me insistía 'yo voy a ser futbolista, sólo valgo para esto'. Ahora lo pienso y me hace gracia porque es muy cabezón». Lo explica uno de sus cuatro hermanos, Aimane, de 27 años. Era un central que jugó en el Amurrio en Tercera y al que Mikel González, ahora director de Fútbol del Athletic, dio la baja en el San Ignacio. Hoy monta fresadoras en la empresa vitoriana Zayer.
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Fouad Zannouti, nacido en Marruecos y llegado con dos años a la capital alavesa, es amigo íntimo de Maroan. Acaba de regresar de un viaje a Londres que tenían organizado antes de que el ariete fichara por el Athletic. «El 90% de la gente no creía que llegaría, pero él siempre ha confiado. La confianza en sí mismo es espectacular, es uno de sus pilares. 'Estoy seguro de que voy a ser futbolista', me decía. Yo incluso me reía».
Los padres de Maroan llegaron a Vitoria hace cerca de 50 años. Él trabajó como repartidor y abrió en el Casco Viejo de Vitoria la primera carnicería halal (con producto tratado de acuerdo con las leyes islámicas). Ella ha estado empleada hasta hace poco en el sector de la limpieza. Tienen cinco hijos. Las dos mayores, de 33 y 31 años, viven en Lausana (Suiza). Una es abogada y la otra higienista dental. En Euskadi quedan Aimane, Maroan y su melliza, que estudia Trabajo Social en la UPV.
Al detalle
Vitoria, el 1 de febrero cumplió 24 años.
Lakua, Aurrera Vitoria, Ariznabarra, San Ignacio, Alavés B, Barakaldo (cedido) y Athletic desde enero.
«Tiene valores muy firmes de lealtad y respeto absoluto a los mayores, a los amigos.... Todo se basa en la gran familia que le rodea. El agradecimiento es importante para ellos y él lo tiene enorme con el Alavés y el Barakaldo», explica Koldo Bolibar, el abogado y agente FIFA que ha cerrado el acuerdo con el Athletic.
Pero la relación entre ellos no se limita a lo profesional. Es mucho más profunda. «Muchos viernes nos íbamos a Pozas a comer unos pinchos y a charlar. Le gustan las conversaciones transformadoras. Yo le contaba mis vivencias y él las suyas». Esa intensa relación le llevó a facilitarle entradas para que fuera a San Mamés. «El ambiente del estadio le parecía espectacular. Me decía 'imagínate yo allí corriendo la banda'», evoca su hermano. Bolibar le motivaba con que un día podía llegar allí. «Iinshallah (si Dios quiere)», contestaba. «Es un chico sencillo. No necesita gran cosa para ser feliz. Creo que la clave de su éxito es ser tan cabezón y ambicioso. Si va a por una cosa, la hace sí o sí», enfatiza su hermano.
11 goles
anotó con el Barakaldo en 20 partidos hasta enero
El Athletic significa para Maroan una nueva vida, pero no quiere que cambie su rutina diaria. «Siempre hemos estado muy unidos. Nos lo contamos todo», apunta Aimane. El atacante abandonó en verano por primera vez el domicilio familiar en Lakua para vivir en un pequeño piso de alquiler en Basauri cerca del campo de Soloarte con dos habitaciones, un salón, un baño y una cocina junto a su buen amigo y compañero en el Barakaldo, el central Aymane Jelbat. Pagan en torno a 800 euros mensuales. «Hablamos, le dijimos qué iba a hacer y nos dijo 'voy a intentar que no cambie nada y a seguir con Aymane porque está muy a gusto con él». Y desde allí va a Lezama en su Peugeot comprado bajo el sistema 'renting'. El carnet lo tiene desde hace poco tras aprobarlo a la tercera.
«Le conozco desde que llegué a Vitoria en 2015», evoca su compañero de piso, un chico con una vida muy agitada. Jugaba en una selección de promesas marroquíes y aprovechó un torneo en Goteborg para escaparse con otros compañeros y quedarse en Europa. Tras un periplo sin papeles por todo el continente llegó a Vitoria, donde reside un familiar. Se puso a jugar al fútbol, fichó por el Bilbao Athletic y hoy es del Barakaldo.
«Se cuida muchísimo en el tema de comida y en el gimnasio. Es muy fuerte. Chocar con él es como hacerlo con la esquina de una pared, te haces daño», cuenta Jelbat, quien la pasada campaña compartía piso en Mungia con el portero Padilla y el delantero Izeta.
103 minutos
con el Athletic, 25 ante el Girona y 78 con el Espanyol
Su rutina en Basauri es la de dos jóvenes centrados en el fútbol. «Cuando le gano, que le gano más que él a mí, se enfada mucho. Apaga la tele. Soy su papá en la play», bromea. Y cuando estaban en el Barakaldo tenían como hábito cenar tras los partidos unas chuletas que les enviaban. «Su padre siempre nos mandaba tres chuletas. Él casi se comía dos. Desde que está en el Athletic no lo hacemos. Se cuida mucho. Pesa unos 92 kilos, pero es todo masa muscular».
Maroan es muy religioso. Cumple con el Ramadán, a punto de empezar. «Siempre tiene a Dios con él y se siente protegido. Eso es muy importante para él. Es una de las cosas que le han llevado al éxito. Incluso cumple con las cinco oraciones al día. Estar tan cerca de Dios es clave en lo que le ha pasado porque le ha hecho dejar de lado cosas como la fiesta, que le podían haber desviado del camino», explica su amigo Zannouti.
«Su vida se basa en Dios. Lo hace todo con la fe por delante. La religión le ha hecho ser muy disciplinado. Cuando meta un gol verán cómo lo celebra. Se agachará a rezar. Lo ha hecho con el Barakaldo. Es como decir gracias a Dios», añade su hermano Aimane. Esa profunda fe explica que, como dice Zannouti, «no le gusten las canciones de reggaeton con letras feas».
«Nunca le ha gustado la fiesta. No bebe. Algún día salió, pero me dijo 'no me gusta la fiesta' y no ha vuelto», añade su hermano. Tras su debut con el Athletic ante el Girona se fue a su piso de Basauri con unos amigos. Tras recibir sus felicitaciones, puso rumbo a la casa de sus padres en Vitoria. «Siempre dice: Si Dios quiere...», subraya Aimane. Si es así, su fe le hará triunfar en el Athletic.
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J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras, Miguel Lorenci, Sara I. Belled y Julia Fernández
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