Es algo atípico. Un tanto extraño. Un entrenador contrario sumándose a la celebración de su rival. Solo unos minutos. Y luego, tratar de ganarles a toda costa cuando empiece el partido. Con ese panorama acude el técnico del Villareal, Marcelino García Toral, a su cita en San Mamés, más Catedral que nunca para recibir por primera vez por todo lo alto a los campeones de Copa del Rey. Una fiesta, en definitiva. «Será bonito estar allí con ellos y abrazar a los jugadores. Una vez acabe el pasillo, queremos ganar y haremos lo posible por lograrlo», ha confesado.
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El entrenador asturiano arrancó su comparecencia felicitando al Athletic. «Quiero felicitarles por haber ganado la Copa del Rey. Tuve la suerte de estar allí y sé lo que significa para ellos. A partir de aquí, sé cómo son. Sé que el domingo van a correr como siempre. Y más después de la emoción que les invade por haber conseguido algo que perseguían desde hace tiempo». Vamos, que no cree en que haya resaca tras tanta celebración. «Cuanto tienen que ir a la guerra, van a la guerra con todas en diferentes escenarios. Y más con esa emoción que les invade. Por haber conseguido algo que perseguían y por el cual sufrieron mucho», resumía.
El recibimiento previo al partido, al salir al césped, cree que será emotivo. «será un gran espectáculo. Estamos en un buen momento y ellos están haciendo una temporada fantástica en liga, coronada por el título copero. Lo tiene todo para ser un partidazo», analiza. Eso sí, lanza un aviso. «Venimos de una dinámica muy buena. Lo hemos hecho en grandes escenarios y queremos volver a hacerlo en este campo».
García Toral también analizó los principales pilares del juego del Athletic. Con un nombre propio: Nico Williams. «Es un jugador con unas condiciones extraordinarias y con mentalidad ganadora. Es un futbolista determinante. Intentaremos pararlo, pero no será fácil. Es desequilibrante al espacio y con balón al pie. Las ayudas y el marcaje serán importantes para pararlo», confesaba. También avisaba que no se podían descuidar otras bazas ofensivas como las de su hermano mayor, Guruzeta o Sancet. «Tenemos que defender bien y atacar bien porque es un equipo que recibe pocos goles y saca buenos resultados», zanja.
A sus ojos, el del Athletic «es un vestuario diferente». «Son chicos que han convivido mucho juntos y con un sentimiento de arraigo que ocurren 22 jugadores, en vez de en tres o cuatro. «El entrenador tenía que preocuparse para no desunir un grupo que lo estaba. Son muy majos, son la leche. A partir de ahí, compiten. Son perseverantes y la afición les apoya», añade sobre un club que es «un sentimiento, una forma de vivir que trasciende de una forma muy importante en la sociedad».
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