![El Athletic está en manos del equipo para activar la economía del club](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202209/26/media/cortadas/equipo-kEQB-U180183453226f0B-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Hemos hablado muchas veces en los últimos años de la sensación de 'deja vu' que nos dejan algunos partidos del Athletic, de esos días en los que todo lo que sucede en el campo parece que ya lo hemos visto antes y nos sentimos un ... poco como Bill Murray en 'Atrapado en el tiempo' cuando, a las seis de la mañana, le sonaba en el despertador el 'I got you babe' y luego la radio le advertía del frío y las ventiscas de ese día en Pensilvania. Pues bien, con el tema de las cuentas del club se reprodujo el domingo un 'deja vu' similar. Fue cuando leímos la primera valoración de Guillermo Ruiz-Longarte, el nuevo tesorero, en la que hablaba de un club «muy solvente, con una situación absolutamente saneada», pero también con «elementos de debilidad» y «un déficit recurrente».
¿Cuántas veces lo hemos escuchado o leído? La conclusión, por supuesto, es que las cosas, en lo fundamental, siguen más o menos como siempre. Otra cosa es que la cascada de ingresos atípicos durante la era Urrutia por las cláusulas de Javi Martínez, Herrera, Laporte y Kepa (222 millones en total) permitiera vivir al club unos años de vino y rosas y llenar esa famosa hucha con la que el Athletic ha podido ir tapando el agujero anual de su cuenta de resultados. Como también es otra cosa que el Covid haya supuesto una pérdida de ingresos ordinarios de 50 millones. Pero eso son coyunturas, una afortunada y otra catastrófica.
La normalidad, sin embargo, es básicamente la misma. Diríamos que se repite con la cadencia de lo inevitable. Incluso la discrepancia que afloró ayer entre la anterior junta y la actual respecto al cálculo del déficit del pasado ejercicio forma parte de un juego ya conocido. Desde un punto de vista contable, el auditor hubiera aceptado por igual el 0 que las pérdidas de 10,6 millones, pero en estos casos, cuando unos entran y otros salen de Ibaigane, los nuevos no suelen elegir la opción más elegante y generosa con su antecesor sino la que más les conviene.
Que la realidad no cambia se aprecia también en cuestiones tan polémicas como el gasto en la plantilla deportiva. Cualquier amante de los paisajes áridos y los deportes de riesgo que se tome la molestia de analizar los anuarios económicos del club en la última década descubrirá que el presupuesto, ciertamente, se ha duplicado -de 70 millones en la temporada 2011-12 a los 140 previstos de la 2022-23-, pero que la procedencia de los ingresos y el destino de los gastos se mantiene. El de la plantilla deportiva ha pasado en ese mismo plazo de tiempo de 45 a 88 millones, pero el porcentaje que representa respecto al total del presupuesto no cambia, incluso baja un poquito este año: de un 64,2% a un 62,4%. En la campaña 2016-17, por aportar otro dato, fue del 63,9%. Se trata de porcentajes habituales en clubes homologables al Athletic como el Sevilla (un 68%), la Real (un 63,6%) o el Villarreal (un 61,5%). También el Valencia estaba en estas cifras, aunque esta temporada se ha apretado el cinturón con la plantilla y lo ha rebajado al 53%
Dicho todo esto, no nos engañemos. La salud económica del Athletic depende de muchos factores, pero los resultados del equipo son decisivos. El proclamado objetivo de Europa, en fin, no sólo es deportivo. Jon Uriarte quiere plantear un plan estratégico para cuatro años pensado para «una economía de guerra». Bien está. Es una buena idea en un club que gasta más de lo que ingresa y que, en dos o tres años, podría verse con la hucha vacía y obligado a vender algún jugador. Ojalá estas medidas den buenos frutos, pero salvo milagro no serán en absoluto comparables con los que daría, en términos de ingresos, competir en Europa y ver cómo aumenta la afluencia de espectadores a San Mamés y suben las ventas de merchandising. Nada, en fin, como un Athletic europeo.
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