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El lugar al que siempre vuelve Valverde
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Una visita a Viandar de la Vera, el pueblo serrano del norte de Cáceres donde nació y vivió hasta los siete meses el técnico rojiblancoJon Agiriano e Ignacio Pérez
Domingo, 31 de marzo 2024, 01:38
Bajo el sol tras algunos días de lluvia, la campiña de La Vera brilla con un verde intenso. Dan ganas de parar el coche, descalzarse ... y pisar esa hierba húmeda, salpicada de margaritas y amapolas, para luego sentarse a la sombra de una encina y mirar las alturas nevadas de la sierra. El cronista siempre ha tenido debilidad por ese paisaje del norte de la provincia de Cáceres, que discurre entre los valles del Tiétar, La Vera y el Jerte, al sur de Gredos. Camino de Viandar, mientras observa los viejos secaderos de tabaco abandonados, se pregunta si al entrenador del Athletic se le habrá pasado por la cabeza concentrar a su plantilla en los alrededores de su pueblo natal antes de la final de La Cartuja.
No se antoja ningún disparate preparar ese partido en ese remanso de paz, en la ladera de una montaña, lejos del frenesí de Bilbao, una ciudad que a este paso acabará embalada de rojiblanco, como si fuera la obra magna e imposible de Christo, aquel artista búlgaro que lo mismo envolvía el Reichstag, que el Pont Neuf, que una isla cercana a Miami. Al fin y al cabo, en sus años más gloriosos, cuando el Athletic tenía la costumbre de jugar finales y ganarlas, muchas veces se concentraba en El Escorial para luego bajar a Madrid tranquilo y oxigenado. Pensemos, por otro lado, que a apenas 28 kilómetros de Viandar de la Vera está Cuacos de Yuste, cuyo monasterio de San Jerónimo eligió Carlos I de España y quinto de Sacro Imperio Germánico para descansar al final de sus días. Y no sólo eso. También Bernardo Atxaga, amigo de Valverde, se ha encerrado en Viandar para escribir alguno de sus libros.
El pueblo en el que el entrenador del Athletic nació hace sesenta años y vivió sus siete primeros meses antes de que sus padres se trasladaran a Vitoria tiene poco más de doscientos habitantes. La carretera que lo recorre está escoltada de naranjos, que estos días rebosan hasta el punto de ensuciar el asfalto con sus frutos maduros. Apenas se ve gente en las calles y lo primero que llama la atención de los visitantes es el carácter feminista y reivindicativo que, a través del mobiliario urbano, ha impulsado su corporación municipal, presidida por Anabela Díaz Torés, del PSOE.
Hay un gran cartel que anuncia 'Viandar contra la violencia machista' y otro que clama un 'No es no, contra la violencia de género'. Por otro lado, la parada de autobús está pintada con retratos de mujeres ilustres: Marie Curie, Margarita Salas, Frida Kahlo, Clara Campoamor, María Zambrano y Malala Yousafzai. El propio ayuntamiento está decorado con un gran mural en el que se ve a una anciana y a una niña cogiendo las olivas de un cesto. También es verdad que justo enfrente del consistorio hay una imponente picota de 1646, año en el que el Conde de Nieva dio a la población de Viandar de la Vera el derecho de usarla, o la horca en su defecto, para acabar con los maleantes de la zona. La verdad es que no pega mucho con los nuevos tiempos que proclama la alcaldesa, pero así es el patrimonio nacional.
Son las once y media de la mañana. Tres ancianas charlan en la entrada a la iglesia de San Andrés. A pocos metros de allí, en la plaza, un altavoz informa de que el próximo jueves se celebrará una reunión para la creación de la asociación taurina. El único bar del pueblo, la Plaza, está cerrado, pero su propietario Pedro Alonso aparece por allí de casualidad; toda una suerte para los visitantes, ya que se trata de un buen amigo de Valverde. Así las cosas, cuando abre su tasca uno espera encontrar dentro de ella algunas imágenes del entrenador del Athletic, pero lo cierto es que sólo hay una, pequeñita, de cuando entrenaba al Barcelona.
- «Y cuando viene por aquí me dice que la quite», se ríe Pedro Alonso, que tenía el corazón culé hasta que Valverde fue despedido «de malas maneras» y «de forma injusta».
Al técnico del Athletic no le gustan las adulaciones ni ser el centro de atención. Prefiere pasar desapercibido. Lo que le gusta de su pueblo, aparte de ser el de su familia, con todo lo que eso supone, es estar tranquilo y escaparse a la sierra con Toñi y Didier, dos primos que son sus mejores amigos en Viandar. También Pedro Alonso le ha acompañado muchas veces en sus excursiones, sobre todo la que más le gusta, a la Chorrera de Charco Redondo. Son paisajes muy bellos. Viandar puede enorgullecerse de un entorno natural privilegiado en el que destaca el enebral más grande de Europa o la garganta del río Moro. Siempre que sube a la sierra, Txingurri va con su cámara y acabó aficionando a la fotografía a Pedro, que ya ha hecho algunas meritorias. Una de ellas, en la que se ve un grupo de cabras montesas en un risco, se la pidió el Ayuntamiento para embellecer la zona de los contenedores de basura.
Apenas hay movimiento en la plaza. Viandar se va quedando sin gente, como tantos otros pueblos. De los casi ochocientos habitantes que tuvo en los años cincuenta ha pasado a poco más de doscientos, la mayoría ancianos. Vitoria, Francia y Suiza fueron los destinos de la emigración en aquellos años del 'Gran Trauma', como los bautizó Sergio del Molino. En el caso de Viandar, dos granizadas bíblicas a primeros de julio que arruinaron por completo las cosechas de tabaco, una a finales de los cincuenta y otra mediados los sesenta, precipitaron la marcha de casi todos los agricultores. Sólo quedaron los ganaderos y los cabreros.
- «Yo era muy niño pero nunca he olvidado a aquellos hombres llorando viendo las cosechas perdidas», confiesa Pedro Alonso.
A la salida de su bar, en la calle Real, cerca de la casa que tiene Valverde en el centro del pueblo, los visitantes se encuentran con Antonio, un hombre curioso y locuaz que les interroga sobre si tienen intención de comprar alguna casa en el pueblo o, por el contrario, son del catastro. Informado de que son periodistas, Antonio no puede evitar un discurso caudaloso y variopinto sobre lo «fastidiados» que están los pequeños pueblos como Viandar, donde ya no hay escuela y los niños tienen que ir a estudiar a Villanueva de la Vera o Jarandilla, sobre la exquisitez incomparable de su brevas y sobre el cariño histórico que profesa a las familias Valverde y Tejedor. De Ernesto dice que sólo tiene un defecto.
- «Debería venir más al pueblo», asegura.
El discurso de Antonio se ve interrumpido por la llegada -viene de dar un pequeño paseo por el pueblo aprovechando el buen tiempo- de Mercedes Tejedor, tía carnal de Valverde, hermana de su madre. La mujer habla de sus sobrinos Charo, Ernesto y Mikel con verdadera devoción. Del técnico rojiblanco, que de niño le volvía loca pegando «cacharrazos» con el balón en el pasillo, sólo tiene palabras de cariño.
- «Es lo más bueno del mundo. Donde ha estado siempre le han querido. Y eso es porque en esta familia hemos sido siempre humildes», afirma Mercedes, que tras emigrar también a Vitoria pronto se fue a Madrid, donde vivió 50 años. Eso le hizo un poco merengona, las cosas como son. Dice que al Barça no le ha tenido simpatía desde los tiempos de Cruyff, que no sacaba a Ernesto, y que ahora, faltaría más, ella sólo quiere «que gane el Bilbao».
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