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El recuerdo de lo ocurrido en Suecia ha pesado como una losa en Butarque. Y no sólo a Ziganda y a sus jugadores sino a los aficionados rojiblancos, a quienes la aprensión les invitaba a dejar apagado el televisor, no fuera a verse otra película ... de terror. Los más aprensivos, los que decidieron no ver el partido para evitar hacerse mala sangre o llevarse unos sustos de muerte, acertaron de pleno. Se libraron de otros noventa minutos penosos del equipo de Ziganda, que ha vuelto a derrumbarse tras asomar la cabeza en sus duelos contra el Valencia y el Sevilla. Aquella regeneración, por lo que se ha visto, fue un espejismo. La realidad es que el Athletic va cuesta abajo y sin frenos, sumido en una pobreza futbolística que llama la atención. Ha perdido con justicia en Leganés, donde sólo ha tenido ocho minutos aceptables al comienzo de la segunda parte. El resto ha sido un despropósito.
Leganés
Cuéllar; Zaldua, Dos Santos, Siovas, Raúl García; Rubén Pérez, Gabriel; El Zhar (Brasanac, min.84), Amrabat, Eraso; y Beauvue (Naranjo, min.90).
1
-
0
Athletic
Kepa; Bóveda, Núñez, Laporte, Saborit (Beñat, min.84); San José; Raúl García (Susaeta, min.68), Vesga (Iturraspe, min.46), Williams, Córdoba; y Aduriz.
Goles: 1-0, min.53: Beauvue.
Árbitro: Mateu Lahoz (comité valenciano). Amonestó a Rubén Pérez (min.11), Vesga (min.31), Bóveda (min.38), San José (min.45), Eraso (min.45), Iturraspe (min.63), Núñez (min.78) y Siovas (min.81).
Incidencias: encuentro correspondiente a la novena jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio de Butarque ante 11.454 espectadores.
Ya lo dijo José Ángel Ziganda en su primera rueda de prensa como entrenador del Athletic. «Todo lo que no mejora, empeora». Efectivamente. Así es. ¡Quién hubiera dicho entonces, cuando tanta ilusión flotaba en el ambiente, que el técnico navarro iba a ser tan premonitorio! El empeoramiento es cada vez más evidente. Hasta el punto de que ya afecta a la médula misma del equipo, es decir, a su identidad futbolística. Porque no hay que confundirse: lo peor de duelos tan grumosos como el del Zorya, el Ostersunds FK o el Leganés no son tanto los resultados, por malos que hayan sido, o las circunstancias particulares que los decidieron -el error de San José que ha propiciado el golazo de Beauvue en el minuto 54, por ejemplo- sino la propuesta del equipo, absolutamente inaceptable.
A fuerza de no saber bien lo que quiere, o de tener pánico a asumir el más mínimo riesgo, el Athletic ha desembocado en la nada. Su fútbol ha degenerado hasta convertirse en una sucesión infumable de gorrazos, saltos y despejes que provocan vergüenza ajena. Ha sido todo sonrojante desde el pitido inicial. Patadón y tentetieso. Choques con la armadura. Un centro del campo inexistente, con Vesga y San José quitándose la pelota de encima y dando patadas. ¡Menuda pareja de artistas! Dos laterales, Bóveda y Saborit, que no alcanzan para la categoría. Un Raúl García tan desaparecido que ya no se le ve ni protestar al árbitro. Un Aduriz vendido. Y un Williams que tardó veinte minutos en tocar el balón. Se ve que tenía que calentar mucho. Sólo Córdoba intentó aportar un poco de pimienta.
El partido se volvió infumable en unos pocos segundos. Y es que el Leganés, lógicamente, sufría ante un rival que se negaba a jugar y sólo quería pelear, convencido de que sus centímetros y sus músculos eran su mejor argumento. Pasada la media hora, se llegó a tal punto de horror que se hizo necesario cerrar los ojos cada cierto tiempo. Y es que no era posible fijar la vista en ese juego cegador, de tan malo. Lo hice -quiero decir que cerré los ojos-, y no sé por qué me dio por pensar en uno de esos espectadores chinos que, supuestamente, compran los partidos de la Liga española.
Wang Lee Yek, por ejemplo. Vive en el piso 32 de una torre llena de mugre y antenas parabólicas a las afueras de Pekín y trabaja toda la semana en una fábrica de salsas agridulces. Doce horas al día y eso que está a media jornada. Libra el domingo y sólo por la tarde. La mañana la dedica a laquear patos en el restaurante de un primo suyo. Le encanta el fútbol. Es hincha del Beijing Gouan y un asiduo al Estadio de los Trabajadores. También un poco merengón. No había visto jugar al Athletic y, curioso como es, decidió comprar el partido. Pues bien, ¿qué pensaría el pobre Wang Lee Yek? ¿Creería estar ante una extraña exhibición de fútbol prehistórico? ¿Que el partido se jugaba con otras reglas y no se podían dar tres pases seguidos? ¿Que todo era realidad virtual, un experimento de resistencia al sopor audiovisual por parte del gobierno chino? Cualquiera sabe.
El Athletic sólo ofreció un momento de esperanza. Tras una primera parte como para haber salido del campo flagelándose en plan ‘picados’ de San Vicente de la Sonsierra, incapaces de tirar a puerta y de dibujar una jugada decente, los pupilos del ‘Cuco’ aparecieron tras el descanso con propósito de enmienda. Después de lo visto en Östersund, se agradeció. Iturraspe entró por Vesga y el equipo se fue hacia arriba hasta ocupar el campo de los pepineros. Williams salió de su estado gaseoso y se hizo presente. En el minuto 47, tuvo el 0-1 en sus botas. No vio a Aduriz y su disparo cruzado se lo sacó Pichu Cuéllar. En el córner posterior, San José remató al larguero. El partido había dado un giro completo. Muchos pensamos que el Athletic había espabilado y que, finalmente, iba a imponer su ley. Una grave pérdida de San José, sin embargo, acabó costándole al Athletic el 1-0. Beauvue hizo un jugadón.
El gol fulminó a los de Ziganda, que hoy por hoy cogen pulmonías con una ventana entreabierta. Mientras el Leganés disfrutaba con la coyuntura -sobre todo, un hiperactivo Amrabat, que volvió locos a todos los miembros de la retaguardia bilbaína-, el Athletic volvía a caer en la intrascendencia. Tuvo 35 minutos para intentar remontar, pero su alarmante falta de ideas le impidió crear ocasiones. Garitano ha armado una buena defensa y su tropa trabaja lo suficiente como para no sufrir ante rivales tan primarios como este pobre y triste Athletic.
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