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Los hechos de hoy son los hijos de los hechos de ayer, nos decía un profesor de Historia para convencernos de que el conocimiento del pasado es imprescindible para entender el presente. La sentencia es de lo más pertinente cuando se observa Lezama. La cantera ... rojiblanca no se entiende sin la perspectiva que da el paso del tiempo. Sería tan equivocado como injusto juzgar el trabajo de los actuales responsables sin tener en cuenta la herencia que han recibido de sus predecesores.
El análisis de lo que ocurre en Lezama es más complejo porque los resultados del trabajo diario no son inmediatos. Los proyectos necesitan un tiempo de desarrollo para cuajar en algo concreto, bueno o malo. Ahora empezamos a tener ante nuestros ojos el fruto de la labor de los últimos cuatro años y lo que vemos no parece precisamente una obra de arte.
Admitido que los actuales responsables trabajan sobre lo que les dejaron, queda por analizar lo que están haciendo para revertir la situación. El resultado se verá dentro de unos años, posiblemente cuando ya no estén, como ocurre ahora con sus antecesores, pero las pocas decisiones que trascienden más allá de las paredes de la factoría rojiblanca provocan más asombro que certidumbre.
El Bilbao Athletic, el último eslabón de la cadena antes del primer equipo, se despeña irremediablemente, lastrado por una plantilla deficiente por carecer de los elementos que podrían darle solidez, lo que ha devenido en un grupo demasiado joven e inexperto en una categoría que es más complicada desde su remodelación. El descenso sería una pésima noticia, claro, pero en términos de cantera es más importante disponer de una hoja de ruta orientada al largo plazo, que tratar de salvar los muebles intentando reforzar la plantilla aunque sea a costa de contradecir la razón de ser del segundo equipo.
Con ser este del filial el problema más visible, es más inquietante mirando al futuro el criterio con el que se está determinando el perfil de los elegidos para pilotar todo el proyecto. Si tenemos claro que el Athletic es un club distinto aceptaremos que su cantera debe funcionar en parámetros diferentes al resto. Aquí no se trata solo de hacer jugadores, sino de enseñar a las jóvenes promesas a ser jugadores del Athletic y lo que ello significa.
Sergio Navarro, el actual director de Lezama, decía en una entrevista al diario 'Castellón Plaza' el pasado mes de julio: «Mi idea es adaptarme y conocer lo que se está haciendo y entender al Athletic desde dentro. La idiosincrasia que tiene este club exige adaptarse». Son encomiables la intención y la buena voluntad, pero a primera vista parecería más natural que el máximo responsable de la cantera fuera alguien que llegara no ya con un contrastado conocimiento del club, sino con la suficiente capacidad de transmitirlo.
No se trata de despreciar ni de ignorar lo ajeno, ni mucho menos de encerrarse en una endogamia cazurra, pero el Athletic se arriesga a un peligroso proceso de desnaturalización si tiene que buscar en Villarreal, pongamos por caso, lo que se supone que debe tener en casa. En este club la identidad es tan importante como el big data.
Bingen Arostegi, un hombre de la casa con una experiencia más que probada, fue sustituido tras la decimosegunda jornada con un balance de doce puntos de treinta y seis, con tres victorias, tres empates y seis derrotas. El Bilbao Athletic estaba a dos puntos de los puestos fuera del descenso.
Seis jornadas después, el filial está a nueve puntos de la salvación. No conoce la victoria con el desconocido Alex Pallarés en el banquillo. Suma dos empates y cuatro derrotas, dos puntos de dieciocho posibles. Es obvio que el cambio de un técnico de la casa de perfil tradicional por otro más afín al credo de los actuales dirigentes no está funcionado, probablemente porque los males son más profundos y no hay soluciones sencillas para problemas complejos.
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