Las Palmas 0-2 Athletic

El Athletic se reengancha a la pelea por la Champions

Salvo por la nueva lesión de Berchiche, cuyas recaídas en percances musculares empiezan a recordar las que sufrió Ander Herrera la pasada temporada, el Athletic puede darse por muy satisfecho con su visita a la Unión Deportiva Las Palmas. Y es que ya dijo Valverde, y con toda la razón, que la mejor manera de preparar la final de Copa es mantener la buena línea en la Liga. Es decir, continuar fortaleciéndose a base de buenas actuaciones y buenos resultados.

El Athletic salió al estadio de Gran Canaria con esa intención. A los rojiblancos se les ve venir de lejos, como si fueran una tormenta, y en Las Palmas la primera impresión que ofrecieron ya incitó al optimismo. Aquello nada tenía que ver con los grumosos partidos ante el Cádiz, el Almería o el Betis. Su equipo volvía a ser reconocible, comenzando por su once inicial, que era el de gala. Los pupilos de Valverde se sentían a gusto bajo el sol canario ante un rival que juega y deja jugar, y cuya apuesta radical por salir con el balón bien hilvanado desde atrás cueste lo que cueste, a veces le cuesta caro. Por ejemplo, ante equipos como el Athletic, que presionan tan alto, con tanta gente y tanta fe. Kirian Rodríguez, el medio centro que suele salir con el balón en el esquema de García Pimienta, no tardó nada en comprender que le iba a tocar sufrir como un bellaco con las persecuciones de Guruzeta o Galarreta en cuanto recibía de los centrales o de su portero.

La incomodidad del capitán canario recordaba a las del zorro perseguido por los sabuesos y contrastaba con la comodidad de los jugadores del Athletic, que recuperaban muy arriba u obligaban a Vallés a pegar balonazos sin destinatario. Y no sólo eso. También empezaron a encontrar espacio para las excursiones por la bandas, sobre todo la izquierda, la de Berchiche y Nico Williams. En el minuto 9, una jugada entre ambos estuvo cerca de suponer el 0-1 pero, aunque Vallés falló en la salida, a Sancet se le marchó fuera el cabezazo. El navarro, por cierto, volvió a decepcionar y Valverde le sustituyó por Unai Gómez a la hora de juego.

Quien no decepcionó, sobre todo en una primera parte en la que se encargó de marcar la diferencia, fue Nico Williams. Cada vez que cogía el balón, pasaba algo. Y a la media hora lo que pasó es que un gran pase del pequeño de los dos hermanos terminó con un buen cabezazo picado de Guruzeta. El undécimo gol del donostiarra en lo que va de Liga hizo justicia a lo que se veía en el campo, donde el Athletic dominaba picando mucha piedra y haciendo valer su superioridad en el centro del campo. Galarreta y Prados volvían a imponer su ley. Valverde los mantuvo los noventa minutos, feliz con su buena lectura del juego y su ferocidad e insistencia en los quites. Lo cierto es que ha encontrado un tesoro con ellos.

Aparte de grandes dificultades para sobreponerse al planteamiento de su rival, los canarios tampoco tuvieron ese mínimo punto de fortuna sin el cual la vida se hace complicadísima ante enemigos como el Athletic. Cinco minutos después del 0-1, Coco estuvo a punto de empatar en un gran cabezazo tras el saque de un córner. Fue una gran oportunidad, la única clara de su equipo hasta el descanso. Lo peor para el defensa de Lanzarote, sin embargo, no fue esa ocasión perdida sino que, en una muy acción desgraciada, terminó de cavar la fosa de su equipo. Fue en el minuto 65. El equipo de García Pimienta estaba jugando mejor -Kirian había dado un susto en el minuto 52- y había ganado profundidad con la entrada de Loiodice y Marvin Paz en lugar de Campaña y Moleiro. Pues bien, justo en ese momento, tras un córner muy bien puesto por Unai Gómez, Coco se marcó de cabeza en propia puerta mientras defendía a Vivian.

El golpe fue demoledor para los locales. Es cierto que no se vinieron abajo, que no hincaron la rodilla. Siguieron jugando como el buen equipo que son, con estilo y carácter, pero el trabajo de zapa de los rojiblancos, más frescos con las entradas de Unai Gómez, Lekue y Berenguer, a quienes se añadieron Yeray y Raúl García, les dificultó mucho todas sus maniobras. Y cuando alguna de ellas prosperó, pues ahí estaba de nuevo la mala suerte -en el minuto 77, Sandro no pudo evitar que le tocará en la mano un balón de Marvin Paz que fue gol y el árbitro tuvo que anular-, o por allí aparecía Unai Simón, hecho un gigante, para hacer una parada milagrosa con el pie a Carmona en l minuto 90. No tuvieron su día los canarios. Casi nunca los tiene los rivales del Athletic esta temporada, la verdad. Por algo será.