Siempre hará falta un Balenziaga que entienda lo que es este club

Muchas veces, sobre todo cuando vienen mal dadas, el aficionado suele achacar los problemas a la falta de un líder en el campo, ese jugador que, en la jerga futbolística, 'se echa el equipo a la espalda' en los momentos complicados. Sin embargo, los equipos suelen tener muchas veces más problemas de fondo cuando carecen de ese líder que dicta su magisterio en el vestuario, en especial para orientar a los más jóvenes, que suelen ser a los que más ciega el brillo de la fama, sobre todo en sus primeros años. De superar con éxito esa primera etapa de inestabilidad suele depender en gran medida el desarrollo posterior de la carrera del futbolista.

El fútbol es un mundo jerarquizado, con sus propias normas y su particular escala de valores. Se habla muchas veces de la jerarquía en el vestuario y se recuerda la anécdota de éste o de aquel jugador joven que le quitó su sitio en el vestidor al veterano. Es una anécdota multiusos, porque lo mismo se emplea para elogiar el carácter ambicioso y decidido del joven, como para censurarle su falta de buen juicio y de respeto.

Del perfil de los líderes de un vestuario dependerá en gran medida el carácter de un equipo. Y si hay un equipo que siempre ha destacado por ontar con un gran vestuario, ese es el Athletic. Todos los que han pasado por el sancta sanctorum rojiblanco destacan la especial idiosincrasia del colectivo, desde entrenadores hasta futbolistas que llegaron fichados y quedaron cautivados por un ambiente imposible de respirar en otras plazas repletas de futbolistas de paso y escenarios de luchas de egos.

Los líderes del vestuario no tienen que ser siempre aquellos que más brillan en el campo. Al contrario, suele ser bastante común que lo sean esos que denominamos jugadores de club, futbolistas que nunca destacan especialmente pero siempre cumplen y terminan siendo los que más partidos juegan cada temporada. El de Zumarraga ha estado por encima de los treinta partidos desde que regresó de su cesión en el Valladolid en la temporada 2013-14 hasta el curso pasado. Antes, había tenido que aceptar otra cesión al Numancia. Siempre sin una palabra más alta que otra.

Balenziaga es uno de esos que no solo han abrazado la fe rojiblanca para siempre, sino que la han transmitido a los que han venido por detrás. Llegó al Athletic prácticamente recién terminada su etapa juvenil sin hacer ruido y con ficha del Bilbao Athletic. Se instaló en la residencia de Derio y en una entrevista publicada en estas páginas, se presentó con una frase tan corta como elocuente: «Vengo a dar, no a pedir·.

Ayer en su despedida, catorce años después, le regalaron una camiseta con un lema que debería estar escrito en mármol en el frontispicio del vestuario de Lezama: «Ez dadila haria eten». Que no se rompa el hilo. Balenziaga ha sido un lateral izquierdo fiable y cumplidor, habitual en el equipo titular durante prácticamente una década pero, sobre todo, ha sido uno de esos eslabones que ha mantenido unida la cadena rojiblanca, ese hilo conductor que garantiza la pervivencia de un equipo con un estilo y una forma de hacer las cosas que le diferencia de todos los demás. Al Athletic siempre le hará falta un Balenziaga que entienda lo que es este club y sepa transmitirlo a los que van llegando para que estos a su vez, se lo expliquen a los que les sucedan.