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Cuando a partir del Mundial de México en 1970 se permitieron dos sustituciones, en los banquillos empezaron a sentarse tres jugadores de campo, uno por ... línea, además del portero suplente, el entrenador y el masajista, únicos ocupantes de aquel espartano asiento junto a la línea de cal. Desde entonces, la cosa se ha ido ampliando; los cambios pasaron a tres, luego a cuatro en caso de prórroga y ahora son cinco, seis si hay prolongación o media lesión grave, lo que significa que el entrenador puede cambiar a más de medio equipo.
La dimensión de la plantilla tiene ahora más importancia que nunca. Sigue habiendo titulares y suplentes, claro, pero de la calidad de estos últimos depende en mayor medida el desenlace de un partido y de la competición. Si le sumamos un calendario que prácticamente ha normalizado jugar dos veces por semana, es comprensible que los entrenadores se obsesionen con contar con un mínimo de dos jugadores de rendimiento garantizado para cada puesto.
A diferencia de temporadas anteriores con Valverde en el banquillo, el Athletic apenas acusa las rotaciones. Sin ir más lejos, en la última victoria en Sevilla hubo ocho novedades respecto a la alineación que acababa de eliminar a la Roma tres días antes. Se habla de la factura que pasa Europa, sí, pero la tienen que abonar hasta los equipos más poderosos y el Athletic está al corriente de pago con gran solvencia; de hecho solo ha perdido un partido de Liga después de una jornada internacional, aquel de Girona de los tres penaltis fallados.
El pasado verano había serias dudas sobre el efecto que podrían tener en la plantilla las bajas de Muniain, Raúl García, Dani García y, en menor medida, Villalibre. Preocupaba la defensa, con dos centrales muy jóvenes, Vivián y Paredes, un Yeray lastrado por las lesiones y los dos laterales titulares, De Marcos y Yuri, encabezando la lista de veteranos. La cantinela del cuarto central sonó en Bilbao más que la música de 'El tercer hombre' en las antiguas tragaperras.
La recuperación de Nuñez fue una operación un tanto sorprendente que se ha desvelado como una buena solución cuando ha hecho falta. El fichaje de Gorosabel para la banda derecha, la incorporación de Adama en el otro lado, y el recurso a un Lekue cada vez más multifunción, permiten cumplir con holgura esa pauta de dos jugadores por puesto.
Pero para peculiar, el caso de la portería. Si en años anteriores hubo alternancia entre Liga y Copa, este curso se han sumado la Europa League, la intervención quirúrgica de Simón, una rotura de vértebra lumbar y una expulsión de Agirrezabala que abrió la puerta a Padilla para convertir la portería en un carrusel. Valverde tiene dónde elegir, lo que abona el terreno para la discusión entre los aficionados.
La irrupción de Jauregizar ha sido providencial para mantener el equilibrio en el centro del campo, una línea donde las lesiones han mermado este año el rendimiento de Ruiz de Galarreta, y Prados está sufriendo el clásico bajón del segundo curso después de su brillante debut la pasada temporada. La línea que sobre el papel más podría acusar las bajas se mantiene bien surtida, permitiendo a Valverde movimientos como el del Sánchez Pizjuán, donde cambió todo el centro del campo sobre la hora de juego para modificar el perfil del equipo.
La llegada de Maroan también duplica las piezas en una posición clave como la del delantero centro, en la que Guruzeta se había quedado solo tras la marcha de Villalibre.
No hay mucho que añadir a todo lo que se ha dicho sobre la trascendencia de Sancet en el ataque, pero también hay que subrayar el papel de un Berenguer que lo mismo juega en la banda, que en el eje o a la espalda del 'nueve', y está atravesando probablemente el mejor momento de toda su carrera. Aunque formalmente ha perdido el sitio en el once inicial cuando todos están disponibles, debe de ser el suplente que más juega de toda Europa. Ahora mismo ocupa la cuarta posición en minutos solo por detrás de los Williams y Vivián, y junto con Iñaki y Guruzeta encabeza la lista en cuanto a partidos en los que ha intervenido, 27.
La versatilidad del navarro amplía las combinaciones en el ataque a la espera de un Djaló del que, a estas alturas, ya se puede decir que es la gran decepción de la temporada. Es el único punto débil en una plantilla que acredita solidez y ofrece un amplio catálogo de recursos que Valverde esta utilizando con acierto para disponer en cada partido de un equipo competitivo que lleva camino de completar una temporada para el recuerdo.
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