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Fue un partido jugado en el alambre y sin red. Podría haber salido un espontáneo con un megáfono a gritar aquello de '¡peligra la vida del artista!', porque el ejercicio de funambulismo que protagonizaron los dos equipos fue espectacular. Podía haber acabado descalabrado cualquiera de ... los dos, pero tras el redoble final, ambos terminaron de pie y pudieron saludar al público con una reverencia.
Los partidos después de una jornada europea le pesan al Athletic, eso no es ningún secreto. De hecho solo ha conseguido ganar uno a continuación de un partido internacional, en Vallecas. Le pesan, pero el equipo es capaz de reinventarse y resistir. Solo ha ganado uno de los partidos de los ocho post europeos, pero es que solo ha perdido uno, aquel malhadado de los penaltis de Girona. Con el del Villamarín, ha empatado los seis restantes. Europa consume la energía necesaria para ganar, pero el equipo saca fuerzas de flaqueza y consigue al menos evitar la derrota, que no es poco.
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Javier Ortiz de Lazcano
Javier Ortiz de Lazcano
Hay una cierta sensación de provisionalidad en estos partidos que se juegan después de una jornada intersemanal. Los cambios obligados desfiguran un tanto la alineación. El aficionado quiere ver siempre a los que considera titulares y desconfía de las novedades. Afortunadamente el que hace las alineaciones no es un aficionado; es un profesional como la copa de un pino y es el que mejor sabe cómo hay que agitar la coctelera para alcanzar el éxito.
Además de los cambios, Valverde presentó en Sevilla una novedad táctica. Sin balón el equipo se alineó en un 4-4-2 que dejaba en punta la pareja inédita que formaban Unai Gómez y Sancet. Le costó al equipo entrar al partido, pero no fue precisamente por el nuevo dibujo sino porque el Betis también se presentó con novedades, en concreto con la que menos te esperas en un equipo donde abundan los artistas y escasea la mano de obra.
El Betis le dio a probar al Athletic su propia medicina con una presión adelantada salvaje y una intensidad en las disputas por todo el campo insólita. Los de Valverde sufrieron sobre todo en el arranque, empeñados como estaban en sacar el balón jugado desde atrás a pesar de perderlo una y otra vez en terrenos comprometidos. Se veía llegar el gol porque el equipo estaba incómodo, incapaz de conectar con los de arriba y obligado a correr hacia atrás, muchas veces para corregir errores propios.
Paradójicamente, el gol que abrió el marcador dejó un paisaje más favorable al Athletic. El Betis dio medio paso atrás para buscar una jugada definitiva al contragolpe y los de Valverde pudieron respirar con más calma y espacios. La actividad de Berenguer y el trabajo a destajo en el centro del campo llevó el partido a la parcela del Betis hasta que llegó el gol mezcla de calidad y fortuna que equilibró un choque que se había puesto feo para el Athletic.
Los dos equipos fueron al choque sin miedo ni miramientos, pero el segundo gol del Betis al filo del descanso, tras una cadena de errores que culminó Simón, abría la incógnita sobre qué Athletic veríamos en la continuación. Y lo que vimos fue un equipo valiente y rebelde que no se resignaba a la derrota. No había ocasiones claras en las porterías, pero el partido era vibrante y espectacular en la pelea del centro del campo. Era un cara o cruz y al Athletic le salió cara en otro saque de esquina muy bien ejecutado por Berenguer y mejor rematado por Sancet en su regreso a la titularidad.
Podía pasar cualquier cosa pero finalmente no ocurrió nada, al menos en las porterías. En el terreno que delimitan las frontales de las dos áreas se disputó una pelea al límite entre dos equipos que querían llegar al área contraria sin importarles lo que dejaban a su espalda.
A pesar de los cambios, el cansancio se hizo notar y aunque el Betis venía de una semana limpia, acabó tan agotado o incluso más que un Athletic que consiguió apurar los últimos minutos en terreno contrario. En esos minutos agónicos emergió un Iñaki Williams que dejaría a Stajanov como un absentista laboral.
Si el punto puede parecer corto en lo cuantitativo, la forma, el escenario y la entidad del rival contra el que se ha sumado, certifican que este Athletic es capaz de conseguir lo que se proponga.
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