¡Que no pare la fiesta!

El Athletic no renuncia a nada y llegará a la final como quiere Valverde, al máximo nivel competitivo y con la moral por las nubes. Hay que reconocer que anoche el viento volvió a soplar a favor de los rojiblancos y que los hados del fútbol visten este año la camiseta rojiblanca, pero la suerte suele sonreír a quien la busca.

El mejor rojiblanco en el arranque del partido estaba siendo Unai Simón. Mal asunto si jugando en casa tu portero es el mejor. Pero en cuestión de apenas cinco minutos, Guruzeta se hizo con ese título con dos goles que sentenciaron el partido. No hay nada mejor que tu delantero centro sea el jugador más destacado sobre el campo.

El primer gol retrata lo que es el Athletic de este año. Andaban incómodos los rojiblancos ante un Alavés que se plantó muy bien y enseñaba los dientes de forma amenazante. Simón ya tuvo que hacer un paradón, con una buena dosis de fortuna, dicho sea de paso, ante un cabezazo a bocajarro de Guridi. Cuando Nico Williams derribó a Gorosabel dentro del área, la noche se puso muy oscura. Los pájaros tirando a las escopetas, un extremo derribando a un lateral en una acción defensiva. La jugada era la consecuencia lógica de lo que estaba ocurriendo sobre el césped: el Athletic era incapaz de dominar al rival y el Alavés ocupaba los espacios y buscaba la portería con descaro y ambición.

Pero la jugada que podía haber acabado con la ilusión rojiblanca, se convirtió en el comienzo del festival. Paró Simón el penalti y en la siguiente jugada Nico se enmendó a sí mismo haciendo equilibrios sobre el alambre de la línea de fondo para servir un balón que Guruzeta remató con el mejor estilo de un nueve de raza. Entre las muchas buenas noticias que está ofreciendo el Athletic este año, la de Guruzeta es la buena nueva por antonomasia.

Sonrisas y lágrimas en apenas un minuto. Esa jugada del primer gol fue un dibujo a mano alzada del perfil del Athletic. Simón, un portero imperial; Nico Williams, un artista impredecible, y Guruzeta el inesperado killer del área que ha terminado de soldar la magnífica estructura rojiblanca, fueron los protagonistas de la secuencia más determinante del partido.

El segundo gol también resume el discurso actual del equipo. Un pésimo control en carrera de Iñaki Williams en un pelotazo largo, se convirtió en una sensacional asistencia de tacón para que Guruzeta remachara a placer.

Media hora había durado el susto en San Mamés. El Alavés había dejado pasar su oportunidad y eso se paga muy caro en la catedral. El partido cambió de arriba abajo en esos dos zarpazos. Ya nada fue lo mismo. El amenazante Alavés se diluyó y todo fue coser y cantar para los de casa, sobre todo cantar, porque la afición, que volvió a llenar la catedral, se tomó el partido como un ensayo general con todo para la cita de Sevilla.

Todo el segundo tiempo fue una celebración porque mientras el Athletic seguía percutiendo como un martillo pilón, el Alavés se fue desmontando con los cambios. La cosa pudo acabar en goleada a poco que hubiera habido más colmillo o si Sivera no hubiera sostenido a su equipo.

El Athletic llegará a la final pletórico pero, de paso, sigue haciendo camino en la Liga. Se acostó en la cuarta posición y, como mínimo, mantiene la distancia con sus perseguidores, consumida una jornada más. Es tiempo de disfrutar. ¡Que la fiesta no pare!