![De niño prodigio a capitán](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/04/25/opi-latxaga-k5eE-U2102193469798JlH-1200x1300@El%20Correo.jpg)
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Aquel niño prodigio que entusiasmó a una afición huérfana de referentes durante muchos años se va del Athletic después de quince temporadas en rojo y blanco. Llegó a Lezama con doce años y se va con treinta y dos. Toda una vida. Aquella estrella emergente ... que deslumbraba con su desparpajo ha sabido ver a tiempo que su luz se estaba apagando y ha preferido marcharse en la cumbre, con su imagen levantando la Copa todavía fresca en la retina de los seguidores.
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Iker Muniain fue el futbolista precoz llamado a romper récords y moldes. Fue el debutante más joven cuando se estrenó aquel 30 de julio de 2009 en San Mamés sustituyendo a Toquero en el minuto 59 del partido de la previa de la Europa League frente al Young Boys suizo. Y fue el goleador más precoz, al marcar en el minuto 72 del partido de vuelta, dos después de sustituir a Susaeta, un gol que le dio al Athletic la clasificación para la fase de grupos. Le quedaban todavía más de cuatro meses para cumplir los 17 años.
Aquel debut tan precoz de la mano de Joaquín Caparrós no fue la clásica flor de un día tras la que se abre un paréntesis antes del asentamiento definitivo. Llegó para quedarse, como lo demuestran los 35 partidos que jugó aquella temporada con el primer equipo, a los que hay que sumar otra media docena en el filial. Como se dice ahora, Muniain derribó la puerta del vestuario del primer equipo tras una trayectoria meteórica en Lezama: cuatro años desde el infantil al juvenil, y un curso alternando el juvenil y el Bilbao Athletic, saltándose el escalón del Basconia, antes de irrumpir en el primer equipo.
Caparrós fue el que tomó la insólita decisión de reclutar a un niño de dieciséis años para el primer equipo. Tras él otros seis técnicos tuvieron a Muniain como un referente en sus planes. Bielsa, Valverde en su segunda época, Ziganda, Berizzo, Garitano y Marcelino. Valverde, ahora en su tercera etapa, ha sido el entrenador al que le ha tocado gestionar el inevitable declive de Muniain, aunque incluso en estas circunstancias ha contado con él en la prórroga de la final y como ejecutor de uno de los lanzamientos desde los once metros.
Los 37 partidos que ha jugado de promedio en sus quince temporadas en el equipo certifican su condición de titular indiscutible para todos los entrenadores que le han dirigido. Su techo está en los 58 partidos en los que le alineó Bielsa en aquella inolvidable temporada de las dos finales. El suelo lo establecen los 20 encuentros que disputó en la temporada 2017-18, cuando sufrió su segunda lesión grave, dos menos de los que lleva esta temporada.
Y ese excelente promedio de participación lo ha establecido a pesar de esas dos graves lesiones que han interrumpido su carrera, cortando precisamente dos de los mejores picos de rendimiento de su carrera. En abril de 2015 un salto para sortear a Ever Banega en la línea de fondo del Sánchez Pizjuán le provocó la rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda. No reapareció hasta octubre de aquel año. 203 días de ausencia en los que se perdió 32 partidos.
No solo se recuperó bien de aquel contratiempo, sino que volvió a alcanzar un excelente nivel de juego hasta convertirse en el principal referente de aquel Athletic en transición por cuyo banquillo pasaron el mismo año Berizzo y Ziganda.
Pero en septiembre de 2017 volvió a quedar fuera de combate por otra rotura de ligamento cruzado, esta vez de su rodilla derecha. Ocurrió en San Mamés, en los minutos de prolongación de un partido de infausto recuerdo ante el ucraniano Zorya, cuyo portero, por cierto, era el entonces desconocido y juvenil Lunin, que se marchó imbatido de la Catedral. El percance le costó a Muniain 169 días de baja y 33 partidos en blanco.
No cabe duda de que estas dos lesiones han condicionado su carrera, tanto por su gravedad como por el momento en que se produjeron ambas, justo cuando mejor estaba jugando. Nunca sabremos si aquel chaval que llevaba el balón cosido a la bota ha llegado a alcanzar el máximo nivel que prometía. De lo que no cabe duda es de que ha sido un jugador clave durante muchos años, superando sus evidentes limitaciones para un fútbol cada vez más exigente en lo físico con tesón, buena técnica y sin esconderse nunca en el campo.
En la memoria colectiva rojiblanca quedará para siempre, además de aquel primer gol al Young Boys, el que le marcó al Manchester United aquella mágica noche de Old Trafford. También, cómo no, los retratos del dolor del futbolista lesionado tendido en el césped y, la imagen de la desolación del capitán del equipo perdedor asistiendo con deportividad a la celebración del ganador. Aunque, por encima de todas esas estampas quedará para la historia la figura de Muniain levantando la copa tan deseada.
Aquel 'Bart Simpson' que irrumpió en el Athletic rompiendo moldes dentro y fuera del campo, se despide como un veterano capitán que en el ocaso de su carrera ha visto cumplido el sueño infantil que le trajo desde su Txantrea natal a Lezama. Iker Muniain se va en el momento oportuno y por la puerta grande.
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