Nico Williams tiene la palabra
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El futbolista no necesita que nadie le proteja. En su mano está acabar de un plumazo con esta tabarra cada vez más insoportable. Su silencio alimenta la sospecha de que, como poco, se lo está pensandoSecciones
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El futbolista no necesita que nadie le proteja. En su mano está acabar de un plumazo con esta tabarra cada vez más insoportable. Su silencio alimenta la sospecha de que, como poco, se lo está pensandoHace tres semanas anunciábamos aquí mismo un verano largo en torno al futuro de Nico Williams. La verdad es que no hacía falta ser Nostradamus para emitir semejante augurio. Lo que no imaginábamos entonces era el nivel de la tabarra que estábamos condenados a sufrir. ... Tabarra, según el diccionario de la RAE significa «molestia causada por algo pesado e insistente». Y eso es exactamente lo que ahora mismo padece la parroquia rojiblanca y lo que está condenada a sufrir a corto plazo porque, a estas alturas, ya no cabe la menor duda de lo pesado e insistente que pueden llegar a ser el Barcelona y su teledirigido entorno.
Hasta tal punto han llegado las cosas que el presidente del Athletic se vio en la necesidad de denunciar públicamente la presión a la que se está viendo sometido el menor de los Williams a raíz de su actuación en la Eurocopa. Uriarte se refirió a la indefensión del jugador por parte de la Federación ante el acoso de los corifeos, profesionales o amateurs, del Barcelona siguiendo una estrategia que tampoco es nueva viniendo de donde viene.
Los hechos posteriores demuestran que la intervención del presidente del Athletic no ha servido de mucho. Al contrario, la presión no ha cedido un ápice y Uriarte ha tenido incluso que soportar que desde algunos foros le hayan afeado su decisión de salir a tratar de poner las cosas en su sitio. Así funciona esto.
La verdad sea dicha, Nico Williams no necesita que nadie le proteja. Ya es mayorcito para valerse por sí mismo y en su mano está acabar de un plumazo con esta tabarra cada vez más insoportable. Su silencio le convierte, como poco, en consentidor de lo que está pasando. Y cada uno podrá interpretar esa postura como mejor le parezca. La confianza que se quiere proyectar desde el Athletic a través de los mensajes del presidente, el máximo responsable de Lezama y hasta del propio Valverde en los últimos días, no se corresponde con la postura del principal interesado, un silencio que alimenta la sospecha de que, como poco, se lo está pensando. Las noticias que hablan de una reunión de su representante con el secretario técnico del Barcelona no ayudan precisamente a tranquilizar el ambiente.
Por supuesto que el jugador está en su derecho de velar por sus intereses profesionales, pero no estaría de más que tuviera presente que el Athletic, el club al que está vinculado por un contrato en vigor, merece un respeto al que se está faltando desde diversas instancias con demasiada alegría estas últimas semanas.
Como nos temíamos, Nico Williams ya es el protagonista del gran culebrón de este verano. Y uno se pregunta cómo hemos llegado hasta aquí. Para los que cumplimos unos cuantos quinquenios en esto no hay nada nuevo ni sorprendente. Hablamos del statu quo del fútbol español. Hemos normalizado que quien podría ser inquilino del tipo de la buhardilla del 13 Rue del Percebe se permita el lujo de especular alegremente con el fichaje de un futbolista con contrato en vigor con otro club, no solo con la aquiescencia sino con el respaldo explícito de quien, desde su condición de presidente de la Liga, debería velar por su buen orden económico.
El Athletic se ha visto atrapado en medio del nuevo relato de la dicotomía Real Madrid-Barcelona que pasa ahora por un utópico enfrentamiento entre Mbappé y el dúo Yamal-Nico, la pareja de moda de la pasada Eurocopa. Queda algo más de un mes para que se cierre el mercado y habrá que armarse de paciencia y confiar en que los mensajes de tranquilidad que emite el Athletic estén basados en el conocimiento interno de la situación y en la convicción de que el deseo del jugador es el de quedarse. O de que, simple y llanamente, solo estemos padeciendo una gran operación de imagen del Barcelona destinada a tapar los problemas internos y difuminar los éxitos ajenos.
En cualquiera de los casos Nico Williams tiene la palabra. Su silencio empieza a resultar un tanto hiriente para el club que le paga y para una afición que no se merece esta incertidumbre.
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