En apenas cuatro días el fútbol ha perdido a dos referentes históricos como Mario Zagallo y Franz Beckenbauer. El brasileño logró cuatro de los cinco Mundiales de Brasil, dos como jugador y otros tantos como seleccionador. Fue el director técnico de la inolvidable 'seleçao' ... que maravilló en el Mundial de México en 1970.
Publicidad
Franz Beckenbauer también fue campeón del mundo como jugador, en Alemania'74 y como seleccionador en Italia'90. Ambos tienen en común una pequeña relación con San Mamés y el Athletic. Zagallo se sentó en el banquillo de la vieja Catedral en el amistoso que Brasil disputó con los leones el año del Centenario. Beckenbauer jugó cuatro partidos en San Mamés, aunque solo se enfrentaría al Athletic en dos ocasiones, una de ellas en el Ramón de Carranza gaditano.
Beckenbauer y el Athletic se cruzaron por primera vez en agosto de 1972, en la semifinal de un Torneo Carranza que acabarían ganando los leones imponiéndose en la final al Benfica de Eusebio, Jordao y Simoes. Aquel Athletic de Pavic que culminaría la temporada ganando la final de Copa al Castellón, estrenó el curso con un gran triunfo ante el Bayern en los penaltis después de 120 minutos sin goles, cuando los torneos de verano eran citas de prestigio.
Nos remontamos a épocas en las que poder ver a las grandes figuras internacionales solo estaba al alcance de unos pocos elegidos, así que el Torneo 75 Aniversario que organizó el Athletic en agosto de 1973 se acogió en Bilbao como un acontecimiento extraordinario. Ahí es nada poder ver en directo al Rapid de Viena y al Real Madrid pero, sobre todo, al legendario Bayern de Munich de Udo Lattek, aquel equipo que era media selección alemana con Maier en la portería, Breitner, el lateral barbudo y peinado afro, zurdo en el campo y maoísta de paisano al que nadie sabe cómo fichó Santiago Bernabéu; el duro Schwarzenberck, autor del gol en el último minuto que forzó la prórroga de aquella semifinal Alemania-Italia del Mundial de México, para muchos todavía el mejor partido de la historia de los Mundiales, que repetiría suerte cuatro años después empatando en la última jugada la final de la Copa de Europa contra el Atlético de Madrid, que acabaría ganando el Bayern en el partido de desempate.
Publicidad
También estaban el rubio y poderoso Hoeness y el goleador Müller, pero, sobre todo, estaba Franz Beckenbauer, el kaiser, el futbolista que inventó la manera de dirigir a todo el equipo desde el eje de la defensa, el libero elegante que miraba a rivales y compañeros por encima del hombro cuando conducía el balón con la espalda recta y la mirada erguida, como desfilando mientras buscaba el pase definitivo.
San Mamés se llenó para admirar a aquel Bayern al que solo se podía ver en algunas retransmisiones de televisión en blanco y negro, sobre todo en sus duelos con el Ajax, su némesis en el fútbol europeo, liderado por Johan Cruyff. Y Beckenbauer no defraudó. A pesar de llegar a Bilbao prácticamente una hora antes del partido en un pesado viaje en autobús desde Zaragoza, donde había aterrizado el avión que debía trasladar a los alemanes a Bilbao, el Bayern destrozó, 5-1, al Real Madrid. Fue una exhibición liderada por el kaiser, quien participó en la elaboración del tercer gol, «una jugada matemática entre Beckenbauer, Zobel y Müller», según el admirado cronista que relató el partido.
Publicidad
El 15 de agosto se jugó la final de aquel Torneo entre el Bayern y el Athletic que había eliminado al Rapid de Viena de Hansi Krankl. Los locales cayeron con honor ante un rival superior que se adelantó con un gol de Hoeness a los tres minutos. Empató Lasa en la segunda parte, pero Müller hizo el 1-2 definitivo a siete minutos para el final. Un San Mamés abarrotado despidió a los dos equipos con una gran ovación.
No es de extrañar que doce meses después los aficionados se frotaran las manos ante el cartel del Torneo Villa de Bilbao de aquel agosto de 1974. Volvía el Bayern, que en mayo se había proclamado Campeón de Europa ganando en Heysel al Atlético de Madrid, con una alineación plagada de futbolistas que dos meses después, en julio, se proclamaron también campeones del mundo con su selección.
Publicidad
La decepción fue proporcional a la expectación. Los alemanes, agotados por el exigente calendario que habían afrontado y probablemente hartos de amistosos de verano, pasaron por San Mamés como una sombra. Apenas cumplieron el expediente ante el Feyenoord en la semifinal, en la que cayeron por 2-1, en medio de la bronca de un San Mamés frustrado que acabó animando a los holandeses. Pero la gota que rebosó el vaso de la indignación cayó en el partido por el tercer y cuarto puesto al día siguiente, cuando el Bayern fue vapuleado, 5-1, por el Racing White belga. Un testigo tan cualificado como el propio Iribar, lo relata así en el libro de memorias que escribió el periodista Pedro Mari Goikoetxea: «El público de la Catedral silbó al Bayern por su comportamiento en el campo y Beckenbauer tuvo una reacción asombrosa; se bajó los pantalones y enseño el trasero al público. Yo me quedé petrificado. No me esperaba algo así de él».
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.