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Ya se había superado la media noche cuando un San Mamés agotado pero en éxtasis cantaba el himno celebrando una noche mágica, un triunfo épico logrado después de 120 minutos tremendos para el equipo y para un público que le llevó en volandas desde antes ... del partido -había que ver cómo estaba la Gran Vía al paso del autobús- hasta el último instante, cuando Nico estableció el marcador definitivo, tan abultado como merecido por un Athletic que volvió a escribir otro brillante capítulo para su historia.
Fue un partido de rompe y rasga, digno de la tradición copera de los dos equipos; un choque emocionante, con alternativas en el marcador y en el juego, con ocasiones en las dos porterías, tarjetas y máxima tensión, aunque el Athletic puso más de su parte que un Barcelona un tanto contradictorio en el que convivían chavales casi imberbes como Fort, Cubarsí y Lamal, junto a tipos con tantas conchas como Lewandowski, Gündogan o Araujo.
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Pero al margen de quiénes fueran los protagonistas, los dos contendientes fueron fieles a su cultura futbolística empleando sus recursos más reconocibles, los de Xavi tratando de ralentizar jugando al pie y en horizontal y los de Valverde con su fútbol más desgarrado, vertical y veloz, a veces demasiado veloz porque un poquito más de pausa les hubiera venido de perlas en algunas de las muchas situaciones de las que dispusieron ante la portería de Peña para resolver antes sin tener que sufrir tanto.
El Athletic marcó sus cuatro goles en los confines del partido. El primero cuando solo se había jugado medio minuto, el segundo en el tercer minuto de la segunda parte, el tercero en la última jugada de la primera parte de la prórroga y el último, el que rubricaba la hazaña, en la última acción del tiempo añadido.
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En medio, el Barcelona había conseguido dar la vuelta al partido en cinco minutos desafortunados de los leones. Fue un visto y no visto, la confluencia de la mala suerte de Yuri cuyo despeje rebotó en el pie de Lewandowski, y el talento del joven Lamine Yamal, todo el que le faltó después en los dos mano a mano que desperdició ante Agirrezabala. El chaval tuvo la sentencia en sus botas, una sentencia que hubiera sido injusta, así que los dioses del fútbol intercedieron en esta ocasión a favor de los rojiblancos.
Quizá el gol tan tempranero cambió el guion del partido. El Athletic se vio en ventaja sin romper a sudar y su previsible impulso inicial se tornó en cautela. Cedió el balón al rival y comprobó que tampoco le iba tan mal. Los de Xavi no pasaban de mover la pelota de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, sin profundidad ni velocidad, incapaces de superar la presión del Athletic en tres cuartas partes del campo.
Dos acciones aisladas voltearon el marcador y por momentos dio la impresión de que el Athletic sería víctima de su propia trampa. Nada de eso. El descanso sirvió para aclarar ideas. Valverde y los suyos entendieron que la mejor forma de superar el fútbol control que pretendía imponer el rival era jugar al asalto, arriesgándose a cometer errores graves, sí, pero metiendo el miedo en el cuerpo del Barcelona ganando los duelos, moviendo la pelota con rapidez y buscando las bandas.
El Athletic de la segunda parte fue el Athletic de siempre, el león desmelenado capaz de arrollar al más pintado a base de emplearse en cada jugada como si fuera la última. Al contrario de lo que había ocurrido antes del descanso, el empate en los primeros compases del segundo tiempo no frenó su iniciativa. El gol espoleó a los rojiblancos, convencidos ya de que el Barcelona era un rival asequible cuya defensa crujía cada vez que le apretaban las tuercas. Se sucedieron las ocasiones ante la portería de Iñaki Peña, aunque ya está dicho que Yamal tuvo en sus botas las dos más claras del partido, y el partido llegó a la prórroga, esa media hora extra de fútbol que se suele disfrutar o sufrir en las noches grandes de fútbol.
Iñaki Williams llegó a tiempo para marcar el gol que volvía a adelantar a su equipo y encendía la mecha de la fiesta que se desató definitivamente cuando su hermano Nico certificó que el Athletic estará por quinta vez consecutiva en una semifinal de Copa.
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