Nos habíamos pasado meses hablando del cuarto central como si fuera la clave de bóveda que tendría que sostener la estructura de todo el equipo y resulta que lo importante de verdad era el cuarto delantero, ese eje sobre el que gira el juego ofensivo ... del Athletic. Valverde tenía un problema de carestía en la defensa mientras que arriba sufría de una cierta inflación de futbolistas postulándose para ocupar un puesto en el once titular. La llegada de Núñez nos privó definitivamente del comodín del cuarto central, que prácticamente se había convertido en una locución de uso común en las tertulias rojiblancas.
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Berenguer llevaba unos cuantos partidos reivindicándose no como suplente de lujo sino como cuarto titular en una línea limitada a tres elementos. El extremo destacaba cada vez que Valverde le daba minutos y si el debate no se había planteado todavía era solo porque tenía que discutirle el puesto a alguno de los Williams, palabras mayores porque tanto Nico como Iñaki también llevan tiempo presentando argumentos de peso para sostener su condición de titulares.
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Valverde introdujo un giro de guion situando a Berenguer en medio de los hermanos, es decir, en la posición de un Sancet que también tiene ya los suficientes galones para considerarse miembro del club de los once titulares. Ocurre sin embargo, que, por una cosa u otra, Sancet se está perdiendo demasiados partidos y en esta plantilla los puestos están muy caros como descuidarse.
El técnico había venido eligiendo a Unai Gómez como sustituto natural del navarro pero el de Bermeo nunca ha estado demasiado acertado cuando ha jugado desde el principio, como si su energía y dinamismo innatos rindieran mucho más saliendo desde el banquillo. Observándole sobre el césped, da la impresión de que quizá sus cualidades luzcan más partiendo desde unos metros más atrás para irrumpir en la zona caliente al borde del área, que maniobrando en ese espacio siempre más exiguo y erizado de obstáculos.
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La apuesta por Berenguer en esa posición había sido hasta ahora más ocasional, casi siempre como solución eventual en el transcurrir de un partido y a menudo como juego de relevos alternando posiciones con los dos hermanos. Lo de este sábado fue algo estructural. Berenguer salió a hacer de Sancet y la verdad es que bordó el papel.
Valverde acumuló a todos sus jugones y la apuesta le salió redonda. Con dos tipos con buen gusto futbolístico y mejor manejo del balón como Ruiz de Galarreta y Jauregizar en la base, y la línea de tres con los Williams y Berenguer por delante, el Athletic dispuso de una máquina generadora de juego que aplastó a un Espanyol que para cuando quiso reaccionar ya llevaba tres goles en contra.
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En honor a la verdad hay que decir que esta vez todo lo que pudo salir bien salió mejor. El gol de Vivian rematando un saque de esquina a los cinco minutos allanó el camino. El Athletic había salido con hambre, rabioso por lo ocurrido en la jornada anterior, con ganas de desquitarse y despejar cualquier atisbo de duda. Con la intensidad habitual, pero con una precisión fuera de lo común, los rojiblancos movieron la pelota con velocidad y sentido, superando con facilidad la endeble defensa de los pericos.
Apenas hubo un respiro entre el primer gol y los dos siguientes. El Athletic percutía por las bandas con un Iñaki Williams que ha regresado de Ghana con ímpetu renovado y su hermano quizá demasiado empeñado en hacerlo bonito, aunque asustando con su simple presencia. Y en medio, el triángulo que formaban Berenguer, Galarreta y Jauregizar, contemporizando, marcando el ritmo, distribuyendo siempre con criterio, y no solo eso, sino también robando en la salida y apoyando en la presión hasta impedir que el Espanyol traspasara la divisoria.
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Disfrutamos de un Athletic espectacular a ratos y siempre dominador, que terminó liquidando el partido con un bonito gol de Berenguer, que puso broche a su gran partido. Queda la duda de si esta acumulación de talento puede rendir a la misma altura frente a rivales más sólidos y de colmillo más retorcido que este Espanyol etéreo que no hizo ni faltas. Seguro que tendremos ocasiones de sobra para comprobarlo porque la apuesta merece la pena.
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