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El Athletic sigue en su nirvana particular. Contradiciendo a Murphy, a los rojiblancos todo lo que les puede salir bien les sale…mejor. Había dudas ... sobre la influencia que pudiera tener la ausencia de Iñaki Williams, hombre clave en el juego de ataque del equipo, pues bien, aquí está Berenguer que viene con dos goles en los bolsillos para liquidar un derbi que se presumía muy complicado. ¿Qué la Real arranca el partido imponiendo su estilo y llevando el choque a un ritmo desesperante para el Athletic? Pues a la primera ocasión en la que los rojiblancos pueden combinar con velocidad y correr, el balón acaba en la portería.
Hasta ese primer gol el partido estaba respondiendo a lo esperado. Era un choque de estilos, el fútbol-control de los realistas contra el rock and roll de los rojiblancos. De quién consiguiera imponer su receta iba a depender la suerte del choque. Y durante esos primeros minutos fue la Real quien se movió más a gusto, con y sin balón, aunque le faltó convencimiento o confianza en sus propias fuerzas para aventurarse a ir a por el partido. O tal vez le sobró miedo y respeto a un Athletic que, a pesar de no estar cómodo, se movía como esos pesos pesados de golpe demoledor, con el puño amartillado dispuesto a soltarlo a la mínima ocasión que el rival abriera la guardia.
La Real fue un equipo timorato, acoquinado, cuyo juego pasó pronto de elegante a turbio, en el sentido de que, poco a poco, los propios jugadores txuri urdin se fueron enredando hasta descubrir sus verdaderas intenciones: enfriar el partido a la espera del golpe de fortuna. Y para ello no dudaron ni en recurrir a la pérdida de tiempo entre otras artimañas propias de equipos con menos pretensiones estéticas. Vamos, que durante bastantes minutos el equipo de Imanol se pareció más a un Getafe de la vida que a ese grupo que ha deslumbrado en Europa.
Él Athletic fue más fiel a sí mismo. Incluso en sus momentos de más dificultad fue un equipo convencido de lo que estaba haciendo, perseverante en su idea, seguro de que tarde o temprano acabaría teniendo razón. Primero le arrebató el balón a la Real, después empezó a merodear el área rival llevando el partido al terreno que le interesaba. Por fin, cuando Guruzeta, Nico y Yeray consiguieron conectar con velocidad, Berenguer se encargó de encaminar definitivamente el partido. Hasta entonces no sabíamos si Marrero es bueno o malo. Después tampoco, porque el trabajo del joven portero se resumió en recoger dos balones del fondo de la red. Fue suficiente para que el Athletic se llevara finalmente el premio al que se hizo acreedor durante todo el partido.
La Real compareció en San Mamés con tan poquita presencia de ánimo que el segundo tiempo se pareció más a un amistoso de verano que a un derbi pasional de los que tanto gustan a Imanol. Hasta los cambios colaboraron en bajar el tono del partido hasta extremos insólitos. Ya está dicho que a este Athletic le sale todo bien. Por asombroso que pueda parecer, un vistazo a la hoja de alineaciones mostraba mayor poderío rojiblanco en los banquillos. Así que mientras los cambios no hacían más que reforzar a los de Valverde, Imanol acabó con un equipo casi imberbe que, cuando menos se lo esperaba y cuando San Mamés celebraba el nuevo triunfo rojiblanco, se encontró con un gol que puso un gramo de pimienta a los minutos de prolongación, que no fue más allá de algunas entradas a destiempo por parte de algunos realistas que debieron caer entonces en la cuenta de que estaban jugando y perdiendo un derbi, su partido más importante de la temporada como se encargaron de recordar a lo largo de la semana.
El Athletic fue un justo vencedor porque fue el que más hizo por ganar el partido y el que acabó imponiendo su plan. Quizás a los leones les faltó colmillo para remachar después del descanso. Lo vieron tan fácil que prefirieron dejar correr el tiempo ante un rival que ni siquiera tuvo un amago de rebeldía hasta prácticamente el último minuto.
Como decíamos al principio, este equipo sigue con su peculiar interpretación de las leyes de Murphy. Todos los cálculos previos antes del partido se cumplieron con precisión. Los tres puntos ponen al Athletic en órbita en el arranque de la segunda vuelta. Aumenta la distancia con sus perseguidores y mira definitivamente a lo más alto de la tabla. Y el martes, Copa. ¿Quién de más?
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