
Queremos a Luis Ricardo, el Monstruo de Sanchezstein, en el Athletic
Confundir opinar con exigir es la ley de hoy en día
Jon Uriarte
Sábado, 17 de junio 2023, 01:25
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Jon Uriarte
Sábado, 17 de junio 2023, 01:25
Si se va es un traidor. Si se queda un jeta. Da igual de quién hablemos. Tampoco hace falta que sea futbolista. Pero centrémonos, por ... un momento, en este gremio. Son días de bajas, fichajes y renovaciones. Leemos, vemos y escuchamos sentencias públicas que recuerdan de manera preocupante a Luis Ricardo, el Monstruo de Sanchezstein. Ojo, no hablamos de política.
Así se llamaba un famoso personaje de los 70 que aparecía dentro del programa 'Un globo, dos globos, tres globos'. Solo se movía tras escuchar una orden del tipo-Luis Ricardo camina hacia adelante, ya-. El monstruo, que venía a ser un Frankenstein versión mechero e interpretado por el pequeño y gran Pepe Carabias, se movía según antojo y capricho del niño o niña de turno. La clave consistía en que hiciera lo que el nene, o la nena, quería. Ahora arrasaría. Porque todo el mundo cree tener derecho a exigir y mandar. Aunque sea una orden contradictoria. Que se vaya, pero que se quede. O al contrario. Y que deje pasta y se lleve tanta paz como deja, que bastante ha chupado ya. Todo ello sazonado con insultos y palabras de arrabal. Lo surrealista es que luego les pedimos fidelidad, compostura y respeto a la afición. Por eso creo que el mejor fichaje para un club, sobre todo para nuestro Athletic, sería Luis Ricardo.
Jamás he tenido claro, ni tendré, a partir de qué sueldo pueden insultarte por la calle. Estaría bien que se acuerde una cifra oficial. Más que nada porque hay gente que llama de todo a un futbolista y podría recibir la misma ración de alguien que gana menos que ella. Y el argumento de que les pagamos y por eso podemos ciscarnos en su santa madre estaría bien que lo recordemos cuando se trate de nuestro jefe. Me gustaría saber cuántas personas aguantarían que les llamara inútiles, vagos, sinvergüenzas y niñatos. Y no me digan que si les pagaran lo mismo que a una estrella, del fútbol o de lo que sea, tragarían sapos y culebras y aceptarían la humillación. Porque no conozco a nadie que, pudiendo evitarlo, trague.
Pero estamos en los tiempos del Luis Ricardo cantidubi-dubi-dubi, cantidubi-dubi da. Donde todo hijo de vecino cree que pude exigir al resto una actitud y forma de vida por el mero hecho de ser un personaje público. Y aquí da igual un millonario del fútbol que el concejal de un pueblo diminuto. Hay gremios contra los que se puede utilizar armamento barriobajero y contra otros no. Por este orden: políticos, futbolistas, artistas, periodistas, abogados y taxistas. Pero métase con un encofrador y la asociación de Enconfradores sin fronteras de Villavieja de Abajo le meterá una querella. Y las redes le podrán a caldo sin necesidad de saber lo que es un encofrador.
Ahora pasemos al chiste del martillo. Resumiendo, es el del tipo que quiere poner un cuadro pero no tiene cómo meter el clavo y decide pedir un martillo al vecino. Lo malo es que, como es domingo, piensa que quizá el vecino considere que no es el mejor día para clavar nada y que le recriminará la actitud. Y quizá, ya puestos, le suelte que no entiende cómo no tiene una caja de herramientas con su correspondiente martillo. Total que el tipo se calienta, baja al piso del vecino y cuando éste abre la puerta le suelta-«¿Sabes lo que he pensado, tío desagradable?...¡Que te puedes meter el martillo por el culo!»-.
Pues lo mismo sucede en estos tiempos. Alguien escribe que un jugador podría no aceptar una renovación, pedir más pasta o largarse y las hordas de indignados se lanzan a llamar de todo al jugador, como si lo hubiera dicho él. Ha pasado en todos, repito, en todos los casos de futbolistas que están en esa situación. Da igual el club. Lo que demuestra que es un mal global. Y, como digo, no solo pasa en el mundo del balón. Estamos en un tiempo donde la gente no tiene clara su vida, pero pretende diseñar la tuya. Y te exige y te juzga no por lo que tú quieres hacer sino por lo que ellos quieren que hagas. Por eso nunca aciertas.
Lo dicho, ya estamos tardando, lo que el Athletic necesita es un Luis Ricardo que haga lo que nos da la gana. Eso no quiere decir que los protagonistas no tengan culpa. Alguno merece bronca y que les canten las cuarenta. Pero sin cruzar ciertas líneas. Por cierto, en el concurso de Luis Ricardo quienes daban las órdenes siempre se equivocaban y culpaban al monstruo. Sucedió en los lejanos 70 pero seguimos igual. O peor.
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