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Opinión

Hablemos del éxodo de La Cartuja

Nadie imaginaba la surrealista salida de la afición desde el estadio sevillano

Martes, 9 de abril 2024

Decía Nico Williams que lo había dado todo y al final del partido no podía ni caminar. Debe ser el síndrome de La Cartuja. Porque ... los que estaban en la grada tampoco podíamos dar un paso. No solo por el agotamiento emocional y por un corazón que se paró hasta el último penalti. También por los kilómetros recorridos. Una familia athleticzale me contaba que habían llegado el viernes para comer. El sábado, al llegar tras el partido al apartahotel, el móvil les marcaba más de 40 kilómetros. Los peores los de la vuelta. Fue una extraña madrugada. Acabábamos de ganar la Copa, cuarenta años después. Habíamos recreado ese momento millones de veces. Nos imaginábamos eufóricos, cantando y agitando las bufandas al viento. Pero no. Alguien gritaba ¡Athleeeeetic! y el resto le seguía, pero de aquella manera. Nos habían advertido de que el estadio estaba tan lejos que por un momento creías divisar Burgos. Pero hay que vivirlo. La ida, con parada en la Hiria, se podía sobrellevar. Además se veían taxis y coches uber que acercaban a los afortunados, o más previsores, hasta cerca de la entrada. Pero el regreso no fue un volver. Sino un éxodo por el desierto de la noche sevillana. Y no fue lo peor.

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