Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Igual que la sensación tras un beso largamente ansiado. Así fue el día después de la Gabarra. Tenía mucho de borrachera emocional. De esa que ... te deja carita de adolescente enamorado. Ibas por la calle y todo eran sonrisas extasiadas. Las de Sevilla habían sido otra cosa. Estuvieras allí, aquí o en cualquier otro rincón del universo, mostraban alegría. Pero, sobre todo, un gran alivio. Era como si nos acabaran de decir que estábamos curados de una maldita y vieja enfermedad. En cambio las del día siguiente venían a ser las del sueño recuperado. Mucho se habla de las fechas señaladas. Como la del recibimiento del jueves 11 de abril de 2024. Pero nos olvidamos de la otra. La del día siguiente. Ese que es el principio de una nueva etapa, pero que sigue llevando el aroma del beso. Deseas que no se vaya. Y se va. Por eso ansías otro.
Ayer se cumplió un año del momento en que la Gabarra, siempre la escribiré con mayúscula, surcó las aguas para, al contrario de lo que dice la canción, subir la ría y llegar al ayuntamiento. No conozco a ningún athleticzale que haya olvidado dónde estaba y con quién. Fue como un cumpleaños, una boda y un bautizo a la vez. Hubo quien recorrió muchos kilómetros para verlo en directo y hacer de noche el camino de vuelta. Emigrantes de nuestra tierra que jamás dejan de mirar por el retrovisor y gentes de otros lares, y acentos, fieles a los leones de San Mamés. Como escribí en su día, este club es de todos y de nadie. Tan singular en filosofía, como plural en seguidores. Por eso abarrotamos aquél día las orillas de la ría. Hubo quien no pudo estar y lo hizo a través de la televisión o de los móviles asomados a las aguas rojiblancas. Pero, como digo, todo eso fue el 11. Y hoy quiero hablar del 12. Un número con alma de aplauso. Al fin y al cabo es el que otorgan a la afición. Que no meterá goles, pero muchas veces ayuda a lograrlos con su incondicional aliento. Pero ese viernes el aliento era, sobre todo, un guardado suspiro.
Aquél 12 de abril de 2024 fue el día de los periódicos. Hasta quien rara vez los compra se acercó al kiosco para hacerse con todo papel que llevara fotografías del día anterior. Como si de esa forma el instante vivido adquiriera valor de eterno.-En esa ladera estábamos-decía una chica emocionada.-Y en ese balcón lo vi yo-añadía orgulloso el hombre que hablaba a su lado. Así millones de fieles. Porque también fue la jornada del mando a distancia. Cuando gana el Athletic suelo poner hasta Disney Channel con la esperanza de que repitan los goles. Imaginen lo que fue ese día. No solo por buscar las imágenes. También, y sobre todo, por escuchar los comentarios. Sorprendimos a todo el planeta. Incluso a quienes creían que la previsión sobre la afluencia era la clásica fantasmada bilbaina. Quienes tenemos contacto con gente de otras tierras lo pudimos comprobar. Y eso incluye a algunos eternos rivales a los que no les quedó otra que aceptar la simple realidad. Pero todo eso lo vivimos en el día después. En un viernes que amaneció habiendo dormido poco y soñado mucho. Hermosa paradoja. Porque ganar y celebrar es algo adictivo. Y queremos más. No exagero nada. Porque está a la vista.
Visito con frecuencia a la Gabarra. Y creen que estoy loco cuando digo en voz alta que nos sonríe. De hecho lo hace con la misma carita que nosotros aquel viernes de abril. Porque el 11 estaba centrada en llevar sobre su cuerpo azul a los flamantes campeones. Sabía que todos los ojos estaban puestos en ella. Era una gran responsabilidad. 40 años esperando ese momento. Quitando Carlos III, el hijo de Isabel II, nadie había esperado tanto para reinar. Por eso, como nosotros, estuvo centrada en lo que exigía el momento. En que todo saliera bien y que el mundo comprobara quiénes somos y cómo celebramos las cosas. Pero al día siguiente las cámaras y los micrófonos ya se habían ido. Solo quedaba el regusto de lo vivido y la esperanza de que volvamos a sentirlo de nuevo. De ahí esa sonrisa. Quedan tres partidos y a la vez una eternidad para la Final de la Europa League. Y será difícil. De hecho nos encanta poner el camino más complicado de lo previsto, como en Escocia, y dejarlo todo sumido en una eterna incertidumbre. Pero hay besos que no se olvidan. Y, el de hace un año, lo queremos repetir.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
El aniversario de la gabarra, en imágenes
Yvonne Iturgaiz|Ignacio Pérez|Manu Cecilio|Luis Ángel Gómez|Maika Salguero|Jordi Alemany|Mireya López
Favoritos de los suscriptores
Noticias recomendadas
El ciclista vasco atropellado en Alicante murió tras caer varios metros al vacío
Alejandro Hernández y Miguel Villameriel
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.