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El año 2025 parece que empieza a comportarse con el Athletic, después de unos inicios poco esperanzadores. Regresa la normalidad y respiran los aficionados tras el tropiezo copero. El fútbol tiene estas cosas, porque la mejora indudable del equipo en las dos últimas temporadas hace ... que el nivel de exigencia de los athleticzales haya aumentado. Hace algún tiempo, conseguir un empate en Balaídos se hubiera considerado una buena cosecha, aunque el campo del Celta, que está irreconocible después de su remodelación que pone en marcha mañana mismo su última fase, siempre ha sido un escenario amable para los rojiblancos, y no solo en los resultados.
Pero estamos llegando a un punto en el que sacar una igualada, como sucedió en Vitoria frente al Alavés, no deja satisfecho a nadie, y eso es algo interesante porque, sin agobiar, el entorno del Athletic tiene la obligación de apretar para que los jugadores y el cuerpo técnico también se exijan a ellos mismos. Son ya 11 partidos consecutivos de Liga sin perder y hay que empezar a creer que estar en la vigésima jornada con los mismos puntos que el Barcelona es algo que no nos debe alterar el pulso. Poniendo como referencia al equipo azulgrana, tan arrollador en el primer tercio del campeonato, solo el año pasado en el que la diferencia era de tres puntos se había estado rozando esa marca; en la 2022-2023 estaba el Athletic a 24 puntos, en la 2021-2022 a cuatro, en la 2020-2021 a 16 y en la 2019-2020 a 13.
Además, los perseguidores están más lejos que la cabeza de la Liga, y eso no quiere decir que el Athletic la vaya a ganar, ni mucho menos, pero sí que está desplegando un ejercicio de regularidad y solvencia que le mantiene cerca. Personalmente, cuando me preguntan a principios de cada temporada cuál debe ser el objetivo respondo siempre lo mismo: hay que intentar ganar la Liga porque el equipo de Valverde no debe renunciar a ningún punto en ningún campo. Luego, es evidente, el campeonato pondrá a cada uno en su lugar, pero salir a ganar cada domingo -o cada sábado, viernes o lunes- debe ser innegociable.
Lo bueno es que el Athletic lo está haciendo. Y ha perdido poco y ha empatado algo más, pero sobre todo ha ganado. Como en Balaídos. El equipo, pese a la decepción copera de San Mamés contra Osasuna, salió con ambición, con ganas de sumar los tres puntos, se adelantó con dos goles y encajó uno, por un accidente, pero mostró su solvencia y desde el principio dio la sensación de que el partido siempre fue suyo. Y esa solvencia la ven los rivales, sobre todo, los que están por llegar, y empiezan a tenerlo en cuenta. El próximo es el Besiktas turco, en la Europa League. Con los deberes prácticamente hechos, al Athletic no le aprietan las urgencias. Valverde podrá hacer cambios sin temor a una debacle porque estar entre los ocho primeros está casi asegurado, pero el técnico apretará, sin dudarlo, para poder certificarlo en Estambul sin llegar a la última jornada, aunque con la tranquilidad de que las cosas van bien. La victoria en Vigo ha sido, además de justa, revitalizante. De la Copa ni nos acordamos. El Athletic seguirá siendo campeón de España hasta el 26 de abril (un año y 22 días de corona), y los que quedan que se la peleen, ya no es cosa nuestra.
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