Una de las victorias más angustiosas del Athletic en los últimos años
Athletic-Slavia ·
Se llevó un triunfo el cuadro bilbaíno muy trabajado, de los de picar piedra y celebrar las paradas de AgirrezabalaSecciones
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Athletic-Slavia ·
Se llevó un triunfo el cuadro bilbaíno muy trabajado, de los de picar piedra y celebrar las paradas de AgirrezabalaCuando un equipo acaba el partido con ocho saques de esquina a su favor y ninguno en contra; cuando el portero rival tiene que hacer siete paradas y el propio solo dos. Si el contrario corre 104 kilómetros y el tuyo 110, y completa 37 ... acciones de ataque por 19 del otro, te tienes que marchar muy cabreado del campo si al final pierdes. Y eso es lo que le sucedió al Slavia Praga, que si hace un siglo maravilló a San Mamés con dos actuaciones prodigiosas, según cuentan las amarillentas páginas de los periódicos de la época, su regreso a La Catedral estuvo a la altura de aquella primera visita por la Navidad de 1923.
Así que es comprensible que sus 1.200 pacíficos seguidores que ocuparon el quesito de la tribuna sur, se marcharan orgullosos por el despliegue de su equipo, pero comiendo cerillas por el resultado final, que solo se puede atribuir al magnífico ejercicio de resistencia del Athletic, con Julen Agirrezabala como principal valedor cuando los delanteros de la estrella de cinco puntas en el pecho desbordaban por arriba y por abajo a los defensores rojiblancos. Lo mismo pensaba su entrenador, que reconoció haber acabado el partido enfadado, pero con el paso de los minutos, recapacitar y sentirse orgulloso de su equipo.
Fue una de las victorias más angustiosas del Athletic en los últimos años, desde luego muy trabajada, de las de picar piedra, y fruto, además de la actuación extraordinaria de Agirrezabala, de la dinamita que tiene el equipo de Valverde cuando encuentra el mínimo resquicio delante de la portería contraria. Esta vez fue Nico Williams el que marcó, en una acción en la que también ayudó la fortuna, cuando la pelota golpeó en un defensa y despistó al guardameta, que apenas intervino durante el partido, no como su colega, que acabó baldado de tanto zambullirse.
En este aspecto, habrá que recordar a los más impacientes que el entrenador del Athletic, Ernesto Valverde, tiene la suficiente cualificación y experiencia como para saber en cada momento, quién debe ocupar cada puesto en el equipo, así que el hecho de que en un momento dado se cuestionara la necesidad de cambiar de portero sin escuchar al técnico, que sabe quién es quién en su plantilla, que conoce al dedillo a todos los jugadores y qué pueden dar de sí, es, como poco algo osado por parte de quienes dudaron de la decisión del entrenador sobre el ocupante de la portería. Agirrezabala puede fallar, lo hacen todos, pero si juega es porque Valverde cree que debe hacerlo, porque en estos momentos es el mejor.
Nadie regala nada
¿Y qué lección se puede sacar de un partido como el de la noche del jueves? Que, pese a los cantos de sirena que hablan de la final de la Europa League porque se juega en San Mamés, dentro de todavía bastantes meses, está claro que los rivales no regalan nada, que los futbolistas que dirige Ernesto Valverde tendrán que sudar sangre para sumar cada punto en juego.
En estos momentos, el Athletic está situado entre los ocho mejores, esos que dan acceso directo a las eliminatorias, después de dos victorias y un empate, pero que nadie se engañe, porque quedan salidas peliagudas, comenzando por la primera a Bulgaria, pese a que el Ludogorets haya perdido dos de sus tres partidos. Como soy veterano en estas cosas, recuerdo la decepción de aquella eliminatoria de la Recopa frente al desconocido Beroe de Stara Zagora, una ciudad perdida en aquel país, en la que el Athletic cayó con estrépito después de perder allí 3-0.
Si frente a la Roma el Athletic jugó mejor durante casi todo el partido y mereció ese empate en los minutos finales, y contra el AZ Alkmaar se trabajó la victoria yendo de menos a más hasta conseguir el objetivo de los tres puntos, la visita del Slavia, saldada gracias a ese orgullo que no falla en los jugadores rojiblancos, sirve para dar la medida de lo que todavía le espera. No va a ser un camino de rosas, y nadie abrirá un pasillo de honor camino de la final, si es que llega. Jugar a cara de perro debe ser la consigna.
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