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Ojipláticos seguimos algunos después del espectáculo que vivimos el sábado en San Mamés, y no me refiero al fin de fiesta del 125 aniversario, que también, sino a los 96 minutos anteriores frente al Atlético de Madrid, uno de los partidos más completos que ha ... disputado el Athletic en los últimos tiempos. Es cierto que desde que comenzó la temporada se han sucedido choques interesantes, y los truños, que siempre aparece alguno, son cada vez menos frecuentes, pero lo del sábado se convirtió en un musical de Broadway trasladado a un campo de fútbol. Además con final feliz.

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Todo salió bien, todo funcionó a la perfección, todas las piezas estuvieron engrasadas. Y en ese todo incluyo incluso los goles que mereció el Athletic en la primera parte y hasta el penalti que falló Sancet, porque, qué quieren que les diga, soy de los que le dan mil vueltas a lo que podría haber pasado si en vez del primer paradón de Oblak llega a marcar Guruzeta, o si Sancet anota la pena máxima. Como el aleteo de la mariposa en Nueva York que provoca un maremoto en China o la herradura mal puesta en el caballo de un soldado, que acabó con el fin del imperio napoleónico, esos aciertos se podrían haber traducido en un desenlace diferente, así que mejor ese 2-0 final con los goles en los instantes oportunos.

Pero yendo a los detalles, no está de más destacar que en San Mamés estuvieron ausentes dos titulares indiscutibles desde el comienzo de la Liga, De Marcos y Ruiz de Galarreta y nadie le echó en falta, es decir, da la sensación, tal como está jugando el Athletic, que con ellos en el campo, el partido habría transcurrido más o menos por el mismo camino; que quienes ocupan su lugar no desentonan en absoluto. Yuri volvió a su banda como si nunca se hubiera ido y Lekue regresó a su lado natural en su mejor versión. Además, Valverde volvió a confiar en las cualidades de Beñat Prados, que si ante el Granada ya jugó un buen partido, en su estreno como titular en San Mamés, frente a un rival muy exigente y teniendo frente a él a futbolistas de la talla de Saúl y Koke, se salió junto a Ander Herrera. Entre los dos se comieron toda la hierba del círculo central. Cada disputa, cada balón sin dueño se lo quedaban ellos dos. Entre el casi debutante y el veterano, que dirigía el tráfico de sus compañeros, dándoles indicaciones constantes, manejaron casi todo el fútbol que se coció por La Catedral.

Fue una delicia; en realidad está siendo una delicia todo el devenir rojiblanco desde hace unas cuantas semanas, con las piezas funcionando como las de un reloj suizo. Después de la duda despejada de la renovación de Nico Williams, por muchas pegas que se le pongan a la duración, la cláusula y la cantidad que pagar por él, cualquier aficionado al fútbol, sea o no del Athletic, sabe el valor que tiene un jugador como él, de talla mundial. Un «jeta», según algunos de los que han compartido vestuario con el pequeño de la familia, en el sentido de que no le da ningún reparo volver a repetir una acción, aunque le haya salido mal varias veces. Lo mejor es que cada vez tiene que repetir menos y que le sale a la primera. El gol que le marcó al Atlético es de lo mejorcito que hemos visto esta temporada, y jugadas como esa levantan la moral de la tropa, la del césped y la de la grada.

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Y su hermano Iñaki, convertido en jugador maduro, a veces descomunal, que el sábado andaba por todas partes, a la izquierda, a la derecha, en el centro. En ataque y en defensa sacando balones en los córners. Y claro, Gorka Guruzeta. Hace un par de años, cuando después de un periplo poco satisfactorio en el Sabadell, que tampoco es el City, se recompuso en el Amorebieta, volvió al Athletic y esta temporada está rompiendo cualquier previsión que se había hecho sobre él, ¿o es que acaso alguien esperaba ocho goles a estas alturas? Por no hablar de su juego al margen de los remates, oxígeno puro para el equipo.

Pero es también Unai Simón, y los dos centrales, cada vez más seguros -cómo me regodeé viendo a Paredes marcándole territorio a un gigante como Morata-, y el resto; los que salen (los de Bermeo por parejas), y los que esperan. Que todo siga igual.

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