Ni los ultras del AZ eran tan ultras, ni el partido del Athletic en San Mamés fue para lanzar las campanas al vuelo, pero sí lo suficiente como para que los puntos pasaran al saco rojiblanco con total solvencia. Los seguidores del equipo holandés aprovecharon ... el día para beber cerveza y comer bien, y a la hora del partido estaban medio anestesiados en su grada. Habían llegado a San Mamés acompañados por doce furgonetas de la Ertzaintza –toda prevención es poca–, pero que solo sirvieron de escolta porque el comportamiento de los aficionados llegados desde fuera, que se llevaron una ovación al terminar el partido, fue bastante bueno. Sigamos en paz.
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Se dedicaron a ver como su equipo achicaba agua hasta que les desbordó con los goles de Iñaki y Sancet, el futbolista al que la afición rojiblanca esperaba como agua de mayo, aunque solo apareciera para certificar esa victoria tan deseada en el reestreno europeo en San Mamés.
A Oihan, que ha estado varios partidos fuera del equipo por una sobrecarga, le pasó como a los botellines de agua que reparte el club entre los periodistas en la sala de prensa o en los pupitres de trabajo en el campo. Les faltaba, como al centrocampista navarro, la marca de fábrica. La UEFA no permitió que las botellas llevaran la etiqueta de Alzola, el suministrador oficial del club, porque no pasa por taquilla, y los empleados se afanaron en quitar las etiquetas una a una. A Sancet también le faltó la etiqueta de su fútbol durante muchos minutos.
Buscaba desde el inicio Sancet a sus compañeros y los demás le buscaban a él, pero no se encontraban casi nunca. Tal vez la inactividad en las últimas semanas le haya pasado factura. Lo intentó siempre, y extrañó que después de un comienzo de temporada brillante, no tuviera continuidad frente al AZ, pero tal vez sea algo normal. El ritmo que le puso al partido el equipo fue supersónico, y Sancet no siempre estaba en sintonía. Además, dio la sensación de que el entrenador visitante tenía bien estudiados a los jugadores rojiblancos, y a Oihan le colocó una vigilancia especial para evitar la especialidad de la casa, ese giro de 180 grados que tanto daño hace a las defensas visitantes. Casi nunca pudo hacerlo con la comodidad con la que lo consigue habitualmente.
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Pero claro, Sancet es un futbolista mayúsculo, que ha ido creciendo año a año, y que siempre deja alguna pincelada de su clase en cada partido. Esta vez fue a cuentagotas, pero suficiente como para darle al Athletic la tranquilidad con el segundo gol. Con su capacidad para llegar desde atrás, el navarro estuvo en el momento oportuno en el lugar oportuno, para recoger el rechace y conseguir el segundo gol. Ahí se volvió a poner Sancet la etiqueta del jugador que es. Los botellines de agua no la llevaban, pero él sí. La afición de San Mamés le estuvo esperando durante 80 minutos y apareció en el mejor momento, justo para desactivar la posible reacción del AZ Alkmaar y calmar los ánimos de su hinchada, que, a pesar de tanta precaución, fue una de las más 'light' que han pasado por la Catedral en los últimos tiempos. Mejor para todos.
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