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De las oportunidades perdidas por el Athletic encontrarán profusas descripciones en otras páginas de esta misma sección, que podrían haberse trasladado, sin duda, a las ... de sucesos en caso de que Berenguer no hubiera acertado de cabeza, una mísera vez, para empatar el partido. Así que hablemos de otras oportunidades desperdiciadas por el equipo rojiblanco, como las de consolidarse en la zona noble de la clasificación, que es el objetivo de casi todos los años y más todavía en una temporada como la presente, más ilusionante si cabe que las anteriores por el refuerzo anímico que supuso ganar la Copa del Rey el pasado mes de abril.
Pero, aunque haya que comentarlo, no dramaticemos con esta cuestión. El rechinar de dientes y el rasgado de vestiduras deben, al menos por ahora, dejarse a un lado porque no es el momento. No al menos todavía.
El Athletic hace años que nos acostumbró a cosas como esta. De hecho, diría que es consustancial a su idiosincrasia pegar el petardazo cuando mejor van las cosas. Y utilicemos 'petardazo' como expresión figurada, porque los 95 minutos exactos que duró el partido contra el Betis, con un árbitro que no estiró ni un segundo la primera parte y señaló el final cuando se cumplieron los cinco minutos de prolongación en la segunda, fueron casi una exhibición de juego de los rojiblancos. Así que, esta vez, aunque la afición de San Mamés se marchó con cierta desilusión de la Catedral, a horas ya intempestivas, solo lo hizo por el resultado, que no reflejó lo que se había visto en el campo.
No hay ninguna señal de debilidad, ni de decaimiento, ni de bajón en el juego que anime a sospechar de que vaya a ser un camino de espinas de aquí en adelante, ni mucho menos. Por cierto, regresando por un momento a la actuación arbitral, habrá que convenir en que Alberola Rojas supo llevar el partido por el mejor camino. Cuando un colegiado termina el choque sin demasiadas protestas de uno u otro equipo, o incluso de la grada, y no ha tenido que echar la mano al bolsillo para enseñar tarjetas, es que ha tenido un buen arbitraje.
El equipo de Ernesto Valverde funcionó a todo gas, no como en la jornada anterior frente al Mallorca. Lo hizo todo el frente de ataque, con los dos hermanos diabólicos, en especial Iñaki, que se pega unas pechadas estratosféricas, en ataque y en defensa. Cada año es mejor que el anterior para el mayor de los Williams, olvidadas hace tiempo las dudas sobre sus prestaciones. Incluso Álvaro Djaló, que había despertado cierta incertidumbre con sus actuaciones anteriores, hizo un partido muy aseado, y mereció que Iñaki anotara en la primera parte en ese magnífico pase, que no se convirtió en asistencia de gol por culpa de Rui Silva, el portero del Betis.
Pero dentro de ese ancestral empeño rojiblanco de rebajar el suflé cuando las cosas parecen ir de la mejor forma posible, el partido contra el Betis fue otro ejemplo más, casi la celebración de una tradición como la visita a la Virgen de Begoña, o la ofrenda floral en el busto de Pichichi por parte de los equipos que visitan la Catedral por primera vez.
No vamos a lamentarnos demasiado. Europa está ahí, a un paso. Los rivales, como el Athletic, también dan una de cal y otra de arena, y la cuestión es mantener la máxima regularidad posible. En estos momentos son sextos, pero el cuarto lugar está ahí, a un paso. Se podría haber conseguido de no tener tantos errores de puntería a lo largo del partido. No pasa nada, llegarán otras ocasiones.
Como decían Ernesto Valverde y sus jugadores al acabar el partido, lo complicado es crear las ocasiones. Si llegan, acabarán entrando. Como las de escalar en la clasificación, claro. Si hay oportunidades se aprovecharán, no lo duden. Con este Athletic tan intenso, con tantas ganas de ganar, no hay problema. Tengan fe.
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