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Recuerdo los tiempos en los que el Athletic salía al campo por una esquina y el rival por la otra, y a los de casa se les recibía según les hubiera ido en las jornadas anteriores. Ningún futbolista se achicaba por los silbidos en el ... recibimiento tras un mal partido fuera. Luego, San Mamés, sobre todo la General, animaba cuando había que hacerlo. Ese grito de Rompecascos que rasgaba el silencio, solía ser el inicio. Después cambiaron los tiempos y en los últimos parecía imprescindible una grada de animación, pero a veces a esas tribunas las carga el diablo, pese al trato delicado de las directivas de turno; pese a que consiguieron incluso que los jugadores condescendieran y fueran, al acabar los partidos, a cantar frente a ellos, aunque a veces no tengan ninguna gana después de perder o de hacer un mal partido. Pero ahora los señores y las señoras de esa grada de animación están de huelga, por razones difusas, entre otras, «las numerosas prohibiciones y restricciones» que dicen haber sufrido.
¿Y la grada qué, y la grada qué?, se les podría cantar a los huelguistas de San Mamés, la gente con la piel más fina que se puede encontrar en las tribunas de La Catedral. Siempre abonados al victimismo. ¿Y la grada, qué?, como desde esa misma zona se cantaba a Fernando Llorente, que también se fue en su momento. Para este viaje no hacían falta alforjas, ni desplazar a los socios que durante décadas ocuparon esa zona, y que abandonaron, unos por compromiso con el club, otros a regañadientes, para dejar espacio a los de la piel fina, que se quejan de todo y no son responsables de nada, como si los expedientes que abre la Liga y las multas que recibe el Athletic llegaran por cantar salmos religiosos, o lanzar flores al césped.
Ellos nunca hacen nada, ni saben quién lo hace por esa 'omertá' que funciona, pero ahí están los informes de Antiviolencia, o las actas arbitrales, sin ir más lejos, en el último partido frente al Betis.
Anda el Athletic deprimido, en horas bajas, buscando victorias como la de este sábado a trancas y barrancas, por lo civil o por lo criminal, y un grupo de señores que pagan mucho menos que los demás socios del Athletic por ocupar sus localidades; que consiguieron que el club se gastara un dineral en modificar la estructura de la tribuna para colocar asientos 'safe standing' para poder animar de pie, ahora resulta que se enfadan y no animan. Como el niño de Asterix en Hispania, que dejaba de respirar hasta conseguir lo que quería.
Y lo peor de todo es lo que sucedió en el inicio de la segunda parte, cuando después de que empatara el Celta en su primer acercamiento, a la mayoría de quienes ocupaban la grada, que son chavales jóvenes que acuden allí para ver jugar al Athletic y para animar, les salió del alma ponerse a hacerlo. Durante unos cuantos minutos volvieron los cánticos a la Tribuna Norte, pero, por lo que cuentan algunos testigos que andaban por allí, enseguida se acercaron algunos individuos a los que no voy a poner que sean aficionados del Athletic, y les conminaron a dejar de hacerlo. La grada, después del gol de la victoria rojiblanca, se quedó muda otra vez. Y me extraña que una gran mayoría de los que allí ven el partido, estuvieran de acuerdo con la decisión de un grupo formado por 800 personas. Si esto es así, sería conveniente que el club depurara responsabilidades. Ah, claro, y que las multas las paguen los responsables. Hay suficientes cámaras en San Mamés como para identificar a los que provocan incidentes. Y si no hay solución posible, pues ya se sabe: las cuotas, a precio de mercado, es decir, al que pagamos el resto de los socios. Dijo Muniain tras el partido: «Nosotros necesitamos siempre la ayuda de la afición». Pues eso.
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