El fichaje de Gorosabel por el Alavés, ¿un crédito puente para desembarcar en San Mamés?

No sé por qué, hace poco más de un año me vino a la cabeza ese ejemplo cuando leí que Andoni Gorosabel fichaba por el Deportivo Alavés, porque el lateral derecho de Arrasate tenía una cláusula de rescisión de 30 millones de euros en la Real Sociedad, y se lo vendió al equipo vitoriano por apenas un millón, una cantidad mucho menor de la que figuraba en su contrato. Los responsables del club donostiarra consideraban que tenían bien cubierto ese puesto y que sacar esa cantidad al menos por el jugador de su cantera, era otra inyección a sus arcas, que siempre viene bien, lo que no deja de estar mal pensado.

Lo que, sin embargo, me chirriaba, es que el Deportivo Alavés pagara esa cantidad, que se incrementa ahora en 1,5 millones, porque en el acuerdo entre los dos clubes incluía una cláusula por esa cantidad si los vitorianos conseguían la permanencia, para firmar por solo un año al futbolista. Puede ser lógico si el jugador llega con la carta de libertad en la mano, pero no tanto cuando al final, el equipo que lo contrata tiene que pagar 2,5 millones al vendedor.

Así que esa operación me extrañó ya desde el primer momento el pasado verano, y mi intuición, que también fue la de muchos más, era que Gorosabel recalaría a final de temporada en el Athletic. Que el fichaje por el Alavés era una especie de crédito puente para desembarcar en San Mamés un año más tarde, porque, volviendo al principio, y a la vista de los antecedentes, está claro que las puertas de Zubieta están cerradas para el club rojiblanco cuando tantea a jugadores con contrato de la Real Sociedad, una cuestión lógica, por otra parte. Ningún aficionado realista habría entendido que un futbolista con contrato en vigor y una cláusula de 30 millones de euros fuera vendido por un millón a su eterno rival, y es comprensible. Al revés sucedería igual.

Porque Gorosabel no es un jugador en el ocaso de su carrera, ni una joven promesa todavía por desbrozar, sino un chico contrastado en Primera División, en su mejor edad y con amplia experiencia ya incluso en Europa. Que la Real Sociedad no lo habría vendido al Athletic sin remitirse a la cláusula de rescisión o al menos a una cantidad difícilmente asumible, está claro, así que el crédito puente, que ha sido el paso por el Alavés, se convirtió en la fórmula adecuada para las tres partes, porque los vitorianos contaron con sus importantes servicios al menos una temporada, la Real Sociedad no tiene nada que reprocharse y al Athletic le llega un futbolista a coste cero.

Claro que en la ecuación faltan datos, porque habría que saber cuáles son las supuestas contraprestaciones al equipo vitoriano por parte del Athletic, si las hay, que bien pudiera haberlas en posibles futuros traspasos a precios asequibles, o en cesiones, algo que será complicado conocer. De todas formas, y sin esos datos, no deja de ser una magnífica operación por parte de la directiva y de la dirección deportiva del club bilbaíno, que le da a Ernesto Valverde mucho más margen de maniobra con los laterales de su equipo, porque sabe que le llega un jugador que, como poco, va a cumplir, y que la temporada pasada fue el más regular en su equipo.

Seamos también un poco perversos y juguemos a la especulación pura y dura: ¿Y si la componenda fue entre la Real Sociedad y el Athletic, que el uno no lo quiere y el otro sí, y así nos arreglamos sin conflictos con el crédito puente del Alavés? Posiblemente nunca lo sabremos, e incluso puede que esa idea sea fruto de mi imaginación calenturienta, pero es divertido pensarlo.